Editorial

Cincelar a los curas del mañana

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El aula sinodal del Vaticano fue el escenario, el 28 de noviembre, de una reunión inédita de los obispos españoles con el Papa y los responsables del Dicasterio para el Clero, para emprender una reconversión de los seminarios. El punto de partida fue la visita apostólica realizada por dos obispos uruguayos a los centros de formación. Tal y como adelantó Vida Nueva, el resultado de esta auditoría fue “problemático”.



La polvareda mediática y eclesial generada en los días previos a la cita llevó en algunos foros a sentenciar que los prelados recibirían en Roma una reprimenda sin precedentes o que, en realidad, la convocatoria era tan solo una excusa para ajustar cuentas en relación a la crisis de los abusos sexuales. Máxime cuando la semana anterior la Asamblea Plenaria abordó de lleno esta cuestión con el informe del Defensor del Pueblo y la auditoría inconclusa de Cremades como telón de fondo. Pues bien, ni lo uno ni lo otro. No hubo bronca alguna ni la pederastia se coló en la agenda.

Tanto Francisco como el ‘ministerio’ curial que supervisa la formación de los futuros sacerdotes apostaron por un acercamiento a los pastores españoles desde el “refuerzo positivo” y no desde la confrontación.

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Prueba de ello, según relatan a esta revista varios obispos, es que no se habló en ningún momento de los detalles de la investigación uruguaya ni se pusieron encima de la mesa las grietas existentes. Sin embargo, tanto de la hoja de ruta de doce folios que el Dicasterio entregó a los presentes, como de las palabras del extenso diálogo de dos horas con el Papa, se pueden extraer no pocas recomendaciones que revelan en sí mismas las lagunas que, hoy por hoy, existen en la formación de los futuros clérigos de nuestro país.

Promover una fusión

Quizá la más visible es la multiplicidad de centros, frente a una carestía vocacional que no cesa, y la resistencia a ello de Roma bien conocida, ya que no es la primera vez que se llama al orden para promover una fusión. Sin embargo, no menos relevantes son los asuntos tratados de manera informal, como la madurez afectiva requerida en los candidatos, la ausencia de filtros en la admisión, la inexcusable dimensión social con los pobres en el centro, la tentación de formaciones paralelas ideologizadas y preconciliares…

Un suma y sigue de cuestiones que se hablaron y que reafirman el conocimiento que el Pontífice tiene de la realidad española y, sobre todo, de su pedagogía de la ternura a la hora de motivar una conversión, no solo en los seminarios, sino en los propios obispos. Ahora solo queda que esa docilidad mostrada de palabra por los pastores ante Francisco se traduzca en agilidad para ejercer la autocrítica necesaria e implementar sin excusas, de aquí a 2026, las propuestas vaticanas para cincelar a los curas del mañana.