Durante el último siglo, la Iglesia ha perdido parte del vínculo histórico con la cultura que forjó como principal mecenas artístico del planeta. Recuperar este diálogo en el nuevo contexto social no resulta sencillo, pero tampoco imposible. Muestra de ello es ’33’, que se presenta como el espectáculo teatral más ambicioso en la historia de España, con un presupuesto millonario que cuenta y canta la vida de Cristo. Detrás no hay inversión alguna de la Iglesia, pero sí el talento de un sacerdote, Toño Casado, que ha puesto sus dones al servicio del anuncio del Evangelio.
Sin embargo, convertirse en puente de diálogo en la actual coyuntura exige amplitud de miras y pedagogía catequética cargada de profesionalidad y creatividad para acercar a Jesús a la gente de a pie que se sienta en un patio de butacas. Por eso no tiene sentido juzgar ’33’ como si se tratara de un tratado de teología. Ni lo es ni pretende serlo. Acercarse al gran público conlleva ir a la esencia del Evangelio y despojarlo de todo lastre, como hace este musical, para presentar a un Jesús encarnado que interpela a los hombres y mujeres de hoy, con sus códigos y lenguajes, con sus mismas zapatillas.