España vive un tsunami político que arrancó con una moción de censura en Murcia, continuó con la crisis interna de varios partidos, provocó unas elecciones anticipadas en Madrid y desencadenó la salida de Pablo Iglesias como vicepresidente del Gobierno.
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No solo es una evidencia de la inestabilidad política que sufre el país, sino que retrata a unos líderes para quienes prima la estrategia electoralista en pos de mantener su cuota de poder, por encima de los intereses de los ciudadanos y la necesidad de ir todos a una para afrontar la actual emergencia sanitaria con todos sus flecos socioeconómicos.
Al paso, también deja al descubierto que ninguno se ha topado ni de refilón con la encíclica Fratelli tutti. Ni siquiera tomaron nota de que aquel ‘tirón de orejas’ del Papa al presidente del Gobierno para construir “la patria de todos” que venía con encargo para los demás: “Dígaselo a sus parlamentarios”.
Emisarios del bien
Razón de más para que la Iglesia, con sus pastores al frente, no cejen en su empeño de ser emisarios para que, unos y otros, den al menos una lectura rápida al manual de “la mejor política” de Francisco. La cohesión y el bien común están en peligro, ante un panorama partidista alarmante.