El juego de los globos sonda en el que está estancado el Gobierno de Pedro Sánchez está entrando en una fase de malabarismos que parece escapársele de las manos. Ahora, el recurrente debate sobre la legitimidad de las inmatriculaciones durante el Gobierno de Aznar ha desembocado en el no menos manido debate sobre la propiedad de la catedral-mezquita de Córdoba.
Basta con echar un vistazo al exhaustivo trabajo de documentación realizando por el Cabildo cordobés para reconocer a la Iglesia como propietaria. La propia asesoría jurídica del Ayuntamiento de Córdoba reconoce en un informe que la Iglesia es la “dueña” legítima del templo. Pero al Ejecutivo socialista poco parecen importarle las pruebas. Es lo de menos.
Al igual que tampoco parece que vaya a judicializar una cuestión que ya sabe perdida de antemano. Sin embargo, nunca está de más contaminar al ciudadano ofreciendo la imagen de la Iglesia convertida en despiadada promotora inmobiliaria, frente al Ejecutivo que devuelve al pueblo lo que es del pueblo. Frente a este y otros arrebatos populistas, solo cabe ejercitar una defensa propositiva, con argumentos y serenidad, sin despeinarse. A la manera del Cabildo.