Editorial

Eduardo Pironio no caduca

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El centenario del nacimiento del cardenal argentino Eduardo F. Pironio llega cuando su proceso de beatificación parece avanzar con decisión. El pastor fue mucho más que una figura eclesial clave en el siglo XX, para ser reconocido ahora como un hombre que supo iniciar procesos que hoy han dan frutos más que consolidados.



Ahí está su papel indiscutible para que el CELAM se constituyera como una voz indispensable más allá del posconcilio o su aportación a la teología latinoamericana de la que bebe el papa Francisco. Eso, sin contar con su sintonía con Pablo VI y la genialidad que supuso convocar las Jornadas Mundiales de la Juventud, abanderadas por Juan Pablo II y sin las que ya no se concibe la pastoral juvenil.

Referente actual

Al repasar la vida y testimonio de Pironio, más allá del reconocimiento de su entrega, no estaría de más tomarle como referente en estos tiempos convulsos de incertidumbre: “La misión debe tener siempre en cuenta tres cosas: Cristo que nos envía, el mundo concreto al que somos enviados y el contenido esencial de nuestra tarea misionera”. Y todo, con una máxima que, como él, no caduca: “La opción preferencial por los pobres no es exclusiva ni excluyente”.