La Santa Sede publicó el martes 28 de enero Antiqua et Nova Se trata de una Nota elaborada mano a mano entre el Dicasterio para la Doctrina de la Fe y el Dicasterio para la Educación y la Cultura sobre el alcance de la llamada inteligencia artificial (IA). Lejos de adoptar posicionamientos dogmáticos o apocalípticos, y alejándose de una mirada buenista de la realidad, el detallado documento ejerce precisamente de GPS, ofreciendo unas coordenadas para poder resituarse ante un fenómeno que se encuentra en pañales, pero que ya genera terremotos geoestratégicos, económicos y culturales.
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Lamentablemente, son estos criterios utilitaristas, precisamente, los que parecen primar a la hora de abordar una herramienta que lleva consigo, ancladas en un segundo plano, unas aristas éticas, antropológicas y morales. De ahí el pertinente discernimiento al que llama el Vaticano con este documento respaldado por Francisco, que toma como unidad de medida al ser humano y no a la máquina. Así se expresa en uno de los enunciados más contundentes de la Nota: “No es la inteligencia artificial quien es divinizada y adorada, sino el ser humano, para convertirse, de este modo, en esclavo de su propia obra”.
Y es que, la tentación que otorgarle la última palabra a este instrumento en áreas como las relaciones interpersonales, la educación y la salud, puede acrecentar todavía más las desigualdades, el utilitarismo y el individualismo que propugna el paradigma tecnocrático. Por ejemplo, si, por un lado, simplifica el trabajo, también puede desencadenar la explotación laboral y el desempleo. Por no hablar de imprimir más crueldad a las guerras a través de las llamadas ‘armas autónomas’.
La inteligencia artificial por sí misma puede considerarse inocua, pero esta tesis se desvanece por los intereses políticos y económicos que la dominan, como cada uno de nosotros puede comprobarlo diariamente a través del teléfono móvil y la agilidad con la que el algoritmo le reconduce hacia determinados contenidos carentes de inocencia en sus intenciones.
Una nueva criatura
Todas estas alertas que lanza Roma a través de ‘Antiqua et Nova’, con mesura argumental, se convierten en una herramienta pastoral que no puede pasarse por alto en cada uno de los espacios eclesiales: desde las parroquias a los movimientos, desde el clero diocesano a la vida consagrada, desde las escuelas católicas a los hospitales.
Ante esta criatura nueva y la revolución que conlleva, urge promover una pedagogía eclesial para abordar con criterio y madurez, con la dignidad humana y el bien común como ejes, y con el Evangelio como la base de la verdadera inteligencia, la que nace del corazón.