Cuando Cáritas da a conocer su memoria de actividades, no lo hace para presumir, sino en un ejercicio de transparencia ante la sociedad y de gratitud ante quienes depositan su confianza en la ONG de la Iglesia. Sobre todo, teniendo en cuenta que el 75,3% de sus recursos procede de manos privadas, convirtiéndose en un modelo de autofinanciación frente al resto de fundaciones y entidades del tercer sector.
Así, a juzgar por el resultado de los datos de 2016, sus mecenas no pueden sentirse ni mucho menos defraudados. Cáritas acompañó a 3,5 millones de personas en riesgo de exclusión dentro y fuera de nuestro país, lo que equivale a toda la población de Uruguay. Una actividad que solo es posible gracias a los 85.000 voluntarios que se dejan la piel para hacer realidad una caridad que se traduce en comedores, roperos, formación, empresas sociales, acompañamiento personal…
Un ejército silencioso que denuncia, desde su compromiso evangélico, la precariedad de los más vulnerables. Pero, sobre todo, que les acompaña desde la acogida y la escucha desde cada una de las Cáritas Parroquiales, convirtiéndose en el rostro de la Iglesia a pie de calle.