Editorial

El hermano universal

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La proclamación que hizo Juan Pablo II de san Francisco de Asís como patrono de los ecologistas, el 29 de noviembre de 1979, no se registró como un hecho importante.

Lo mismo había ocurrido con algunos de sus gestos, mirados como poéticos, pero de escaso sentido práctico: hablar con los animales, prohibir a sus hermanos cortar de raíz los árboles para mantener la posibilidad de que brotaran de nuevo, abogar por un espacio en las eras, para las malezas, y otro para las flores al lado de las verduras y hortalizas, afirmar que todos los seres vivos somos hermanos y hermanas, cantarle al hermano sol y a la hermana luna, parecieron extravagancias tolerables.

Hoy ese patrono de los ecólogos se descubre como un audaz visionario.

Ante un planeta en peligro, su llamado a la fraternidad con la naturaleza adquiere el sentido de una fórmula de supervivencia colectiva.

Y esa mirada de fe que le permitía ver a Dios en todo es una invitación liberadora. A Dios no hay que demostrarlo, ni describirlo, basta verlo con los ojos de niño de san Francisco de Asís, el hermano universal. VNC