La Iglesia española ha presentado la síntesis fruto del trabajo sinodal llevado a cabo en estos últimos meses en parroquias, congregaciones y diferentes realidades eclesiales. A través de una Asamblea Sinodal en la que participaron casi 700 delegados de todos los puntos del país, se refrendaron por unanimidad las reflexiones nacidas de una consulta simultánea sin precedentes en la historia de la comunidad católica en España.
- PODCAST: Puertas cerradas para las víctimas de abusos
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
El documento, lejos de orillar cuestiones de frontera, las recoge de forma explícita, reflejo de que en las Iglesias locales se ha hablado y sugerido con libertad y sin cortapisas, lo mismo para promover la acogida a los divorciados y homosexuales, como para plantear abiertamente un diálogo sobre el celibato o el sacerdocio femenino.
Pero, sobre todo, en la síntesis se plasma el sentir y las preocupaciones de fondo cotidianas que pueden ser el punto de partida para una “fuerte conversión personal, comunitaria y pastoral”, con el fin de romper con la dinámica de “una Iglesia desde la lejanía”. O lo que es lo mismo, ser fiel a su misión evangelizadora, que necesariamente pasa por reconectar con la sociedad en la que se mueve. De hecho, esa fractura con la vecindad secularizada se refleja en el hecho de que han sido marginales los sondeos que se han realizado entre los grupos no creyentes.
Cargado de una sana autocrítica, el texto no echa balones fuera culpando al mundo de los males de la sacristía. El hecho de que el análisis de la realidad eclesial parta de quienes se dejan la piel a pie de parroquia, de colegio, de obra social… hace que tanto el diagnóstico que se lleva a cabo, como el proceso abierto de renovación establezca una hoja de ruta nada desdeñable, con urgencias tales como el reconocimiento real de la mujer, la codecisión de los laicos, la apuesta por los ministerios laicales, la actualización de las celebraciones… Todo un conjunto de propuestas lanzadas por parte de quienes están a pie de obra desgastándose por hacer realidad el Reino.
Una etapa abierta
Si, como señala el nuncio Bernardito Auza, “Dios ha inspirado este Sínodo, no tenemos dudas”, la consulta sinodal no puede darse como una etapa cerrada, de la misma manera que no se podía considerar como un hecho aislado el Congreso de Laicos que se celebró justo antes del cerrojazo pandémico.
No estaría de más que tanto los planes pastorales de las diócesis, congregaciones y movimientos, como las reflexiones que se generen en el seno de la Conferencia Episcopal, se dejen iluminar por el sensus fidei que recorre una síntesis que, de olvidarse en una estantería, puede defraudar, no tanto a la opinión pública como a ese Pueblo de Dios que se sabe ‘en salida’ y que necesita del aliento de sus pastores.