Editorial

‘Gaudete et exsultate’: santidad aplicada

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Coincidiendo con el quinto aniversario de su pontificado, Francisco lanza una nueva invitación a toda la Iglesia a una profunda conversión en salida. Y lo materializa a través de la exhortación apostólica ‘Gaudete et exsultate’, que se presenta como una llamada a la santidad en el mundo actual. Lo cierto es que la percepción de la opinión pública sobre el término ‘santo’ remite a una concepción elitista solo apta para quien ha sido agraciado con unos dones extraordinarios capaces de superar obstáculos superlativos, presentándose tan inaccesible como poco apetecible para el común de los mortales.

‘Gaudete et exsultate’ rompe con este tópico para presentar la santidad como sinónimo inequívoco de felicidad, un planteamiento evangélico que, lejos de presentar la cruz como un peso irremediable, le da sentido pascual, tanto al discípulo infiel como al enfermo, a la adúltera, al recaudador de impuestos… Bajo esta perspectiva, las bienaventuranzas no se presentan como una palmadita en la espalda ante el inevitable sufrimiento o como placebo ante los problemas, sino como hoja de ruta que los transforma en oportunidad de crecer en alegría desde la mirada de un Jesús resucitado.



Al subir a los altares, a más de un fundador o mártir se le borró no solo la sonrisa, sino su humanidad, su sana imperfección. Sin embargo, al rascar en sus biografías –no en hagiografías edulcoradas– saltan a la vista cómo sus pequeños ‘síes’ de cada día posibilitaron más tarde el sí definitivo ante la prueba o ante el gran proyecto que les fue encomendado.

La santidad se hace accesible, y posible, desde estos ‘síes’ que aúnan oración y misión, como lo hace la propia lectura de la exhortación, que se puede comenzar a aplicar ya como manual de estilo personal y comunitario sin necesidad de traducciones o reinterpretaciones, a través de los rasgos que deben acompañar a los santos de hoy, pasando por las tentaciones del pelagianismo y el gnosticismo, del activismo hueco y de la falsa oración acomodaticia, los combates con “El Malo” y la necesidad de un permanente discernimiento para conocer la voluntad de Dios en nuestra vida.

‘Gaudete et exsultate’ aproxima –hace prójima– la santidad, no la rebaja sino que se abaja para hacerla asequible a la “clase media”, a todo el pueblo de Dios, de la misma manera que la pastoral familiar de máximos no se abarató con ‘Amoris laetitia’, sino que se personalizó en las heridas y la cotidianidad. Francisco pone el foco en los que viven en “la puerta de al lado” y que dejan entrever el rostro de Jesús encarnado en la oculta rutina del seguimiento del de Nazaret, aparentemente insignificante, pero que forja a los santos de ayer y hoy.

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