Cuando vio la luz Amoris laetitia, Francisco tenía claro que la exhortación apostólica nacida de dos sínodos no buscaba ser un documento conclusivo, sino punto de partida para una profunda renovación en la pastoral familiar. Prueba de ello es el motu proprio que refunda el Instituto Juan Pablo II –creado por Wojtyla– ,revitalizando su potencial para darle mayor fecundidad y actualidad.
De sobra es conocido que el rumbo académico que desde hace años había tomado la entidad se aleja de la reflexión teológica del Papa argentino, que pasa por responder a la problemática de las familias en el mundo de hoy y no a conceptos abstractos. Era más que necesario resetear –no confundir con formatear– algunas dinámicas de la entidad. O, como se describe en el motu proprio, darle “un enfoque diversificado y analítico” para que no se limite a “prácticas pastorales y misioneras” del pasado.
Esta nueva reforma del Papa requiere, una vez más, del respaldo de cuantos están implicados en la pastoral familiar. En este sentido, resulta más que oportuna la recomendación del gran canciller del instituto, Vincenzo Paglia, en esta revista: “Todos deberíamos volver a leer Amoris laetitia”.