México acogerá, del 21 al 28 de noviembre, la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe. El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) ha impulsado esta iniciativa como fruto de décadas de trabajo en las que se ha buscado escuchar y acoger las inquietudes del Pueblo de Dios, con el convencimiento de que Dios habla a través de todos sus hijos.
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Una apuesta por el diálogo que entronca con la convicción del papa Francisco sobre cómo el Espíritu se manifiesta a través del sensus fidei y, sobre todo, en el marco del proceso sinodal en el que la Iglesia universal se ha visto inmersa desde el pasado mes de octubre.
Sin embargo, la nueva aventura que dará sus primeros pasos, bajo el amparo de la Virgen de Guadalupe, no es ni un ensayo ni un experimento. Más bien, es una meta volante más en el camino que viene realizando la Iglesia del continente en el último siglo, adelantándose en materia de colegialidad al Concilio Vaticano II, dando pasos irreversibles en una opción preferencial por los pobres, como se manifestó especialmente en la Conferencia de Aparecida (2007) y demostrando que la corresponsabilidad es posible, como se puso de manifiesto tanto en el Sínodo de la Amazonía como en la posterior Conferencia Eclesial de la Amazonía.
Si en todo este proceso los pastores han buscado caminar delante, detrás y al lado de su rebaño, ahora más que nunca tratan de hacerlo con la conciencia de que la evangelización hoy solo es posible desde una comunidad y comunión real entre clérigos, consagrados y laicos. Desde un mano a mano que pasa por un discernimiento en conjunto, alejado de toda ostentación de poder unipersonal, poniendo el servicio en el centro. Promover la participación y el trabajo en equipo es la vía para responder de manera profética a los signos de los tiempos.
Mil apóstoles
Así se explica también esa cifra redonda de mil apóstoles convocados en este foro que se celebrará en formato híbrido –presencial y virtual– y que no quiere convertirse en una tertulia de élites clericales, sino verdaderamente en un lugar de encuentro para todos, especialmente de quienes se hallan en los márgenes.
Así se conforma La voz de todos, tal y como expresa en su portada la nueva publicación MISIÓN CELAM, que se editará de la mano de Vida Nueva como instrumento para contagiar esta impronta sinodal a través de los medios de comunicación, en versión impresa y digital.
Este esfuerzo colectivo demuestra que es posible reconfigurar metodologías, dinámicas y estructuras para que dejen de ser aranceles en el anuncio de la Buena Noticia y pasen a ser instrumentos facilitadores para un envío misionero que certifica esta Primera Asamblea Eclesial.