Editorial

La batalla contra los abusos también es comunicativa

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La Conferencia Episcopal Española ha creado una comisión para revisar los protocolos de actuación en materia de protección de menores. Este necesario anuncio se ha producido en pleno asedio mediático que busca presentar a la Iglesia, una vez más, como una institución tibia, cuando no encubridora, ante los abusos sexuales.

Lamentablemente, la constitución de este grupo de expertos se ha interpretado como una respuesta a esos ataques, cuando se aprobó semanas antes. La discreción, en ocasiones, se transforma en un silencio opaco que dibuja una imagen reactiva, a rebufo de las críticas.

Hoy, una gestión eficaz de la comunicación corporativa puede salvar la credibilidad de una institución si, además de actuar con diligencia, se trabaja para relacionarse con los medios desde la proactividad y la previsión, sin dejar flecos a la improvisación. Ahí están los frutos del esfuerzo comunicativo en materia económica y las lagunas frente a la pederastia. Porque la Conferencia Episcopal es la voz de los obispos, pero la ciudadanía la percibe como la voz de toda la Iglesia. Y si carraspea, se queda muda o reacciona a destiempo en materia de abusos, para la opinión pública lo hacen también los católicos.

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