Lejos de mostrar algún signo de debilitamiento, el volcán de la isla de La Palma incrementa su actividad a medida que pasan las semanas y, con ello, su voracidad, arrasando edificaciones y sepultando a su paso el pasado, el presente y el futuro de miles de ciudadanos.
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- A FONDO: La Palma: al rescate de una esperanza entre cenizas
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Vidas rotas
Aunque las necesidades básicas de alimentación y ropa están cubiertas gracias a la solidaridad de todos, ahora la preocupación radica en cómo reconstruir de las cenizas las vidas rotas de los palmeros que, marcados por el desarraigo, no solo tienen que levantar de la nada un nuevo hogar, sino encontrar una salida laboral después de haber perdido su puesto de trabajo, su negocio o sus plantaciones.
La lentitud y las trabas administrativas en las ayudas prometidas por los poderes públicos están siendo salvadas por la generosidad de las entidades privadas y también de la Iglesia. Con los sacerdotes isleños como servidores de todos, el trabajo que están llevando a cabo las comunidades parroquiales, los voluntarios y los profesionales ligados a entidades eclesiales están demostrando que es posible construir la fraternidad universal desde el modelo de la cultura del cuidado, aun en medio de la catástrofe.