Ajuzgar por la dialéctica verbal en la que están metidos Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López, las primarias del PSOE no parece que vayan a acabar con su división interna. En esta batalla por el liderazgo, una vez más parece que los asuntos que afectan directamente a sus votantes pierden fuelle frente a cuestiones aparentemente más efectistas. Así sucede con todo lo relacionado con el hecho religioso: presencia pública, propiedades eclesiales, acuerdos Iglesia-Estado, la escuela católica…
Durante estos días, las escasas menciones que han realizado los candidatos han ido a parar a los mismos diques estereotipados de siempre. Como si no fuera con ellos ni con sus electores, cuando el CIS parece apuntar en otra dirección. Así, según el último barómetro, ocho de cada 10 votantes del PSOE se confiesan católicos.
Si lo que buscan los socialistas es recuperar la confianza perdida, quizá no deberían lanzarse a pescar en ríos ajenos, sino mantener su perfil de partido moderado y vertebrador en una sociedad que, hoy por hoy, mantiene el humanismo cristiano como referencia. Si el Partido Socialista pierde la fe en sus electores, sus votantes harán lo propio con el partido.