Si hay quien considera que ya se ha pedido suficiente perdón por la crisis de la pederastia eclesial, todavía se generan más suspicacias cuando se alerta de la existencia de abusos de poder y conciencia de puertas para dentro, entre adultos, en el seno de la vida consagrada, particularmente en el ámbito femenino. En caso de darles credibilidad, se consideran episodios anecdóticos.
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Ni lo uno ni lo otro. Así se ha puesto de manifiesto en una Jornada de Estudio pionera sobre esta cuestión, abanderada por el Instituto Teológico de Vida Religiosa. En este foro se ha alertado de que, lejos de tratarse de unas pocas ‘manzanas podridas’, es un problema estructural del ‘cesto’, en el que se entrecruzan el clericalismo, un sentido errado de la obediencia, el narcisismo en el liderazgo, una manipulación del sentido carismático…
Esconder esta lacra
Un fenómeno, si no mayoritario, sí lo suficientemente significativo como para que deje de ser una ‘presencia innombrada’ a la que no se pone coto, especialmente en espacios contemplativos y congregaciones de nuevo cuño. Ignorar esta lacra o esconderla bajo la alfombra no solo mina a las víctimas, sino que menoscaba todavía más la credibilidad y la misión de la Iglesia.