El Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica en España ha dictado una sentencia inédita en lo que a los abusos de conciencia, poder y sexuales a adultos se refiere. La decisión judicial impone una condena definitiva al franciscano Javier Garrido por las agresiones cometidas a dos religiosas, aunque ya están en curso más denuncias. De esta manera, el religioso queda apartado de todo ejercicio ministerial y pastoral y tiene prohibido ejercer la dirección o consejo espiritual. Además, la Orden tendrá que indemnizar a las víctimas con una cuantía superior a lo que correspondería el delito en el ámbito civil.
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A pesar de la sentencia final y del mea culpa expresado por los franciscanos, este caso deja entrever de nuevo las dificultades que se topan los adultos cuando dan un paso adelante para alzar la voz frente al calvario sufrido, que va desde la propia sospecha de su entorno que lleva a considerar el abuso de relación consentida a la tentación de disculpar de alguna manera al victimario. A esto se une la opacidad inherente a todo proceso canónico que deja a los denunciantes a la intemperie sin conocer en qué fase se encuentra su caso y sin poder recibir un papel con la sentencia una vez resuelto, puesto que solo tienen derecho a escucharla.
Con estos elementos, resulta indispensable poner en marcha la reforma canónica correspondiente. Y multiplicar las iniciativas vinculadas a la sensibilización de toda la comunidad católica para que se cree el clima propicio de transparencia que permita dar un paso al frente contra el abuso sin temor a la estigmatización por el mero hecho de ser mayor de edad.
Falso misticismo
En paralelo, la sentencia de la Rota podría marcar un antes y un después a la hora de argumentar estos abusos a adultos, al introducir la fundamentación del “falso misticismo”. Se permitiría así salvar el vacío legal actual puesto que la norma actual no contemplaría la condena por este tipo de agresiones a la espera de que se modifique el Código de Derecho Canónico. De esta manera, la condena española podría sentar jurisprudencia y aplicarse a otros casos, como un futurible juicio al genio de los mosaicos, el esloveno Marko Rupnik, ya expulsado de los jesuitas y cuya investigación ha sido reabierta por el papa Francisco.
En cualquier caso, con todas las lagunas existentes que se entrelazan y que impiden aplicar sin fisuras la tolerancia cero contra cualquier tipo de vejación sea a un menor o a un adulto, decisiones judiciales como la del Tribunal de la Rota hablan de cómo la Iglesia continúa rearmándose con todos los medios que están a su alcance para plantar cara al mayor escándalo en sus filas al que se enfrenta en este arranque del tercer milenio.