Un nuevo ‘motu proprio’ de corte económico va a dar un vuelco al sistema de contrataciones y licitaciones en la Santa Sede. Cualquier departamento vaticano que se disponga a solicitar un servicio a una empresa deberá ajustarse a una detallada normativa que deja un nulo margen de maniobra para corruptelas que se han dado en las oficinas curiales, como el trato de favor, el blanqueo, la evasión fiscal…
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El nuevo marco legal concreta hasta el más mínimo detalle, desde las incompatibilidades para adjudicar una obra por parentesco a la negativa a vincularse laboralmente con cualquier entidad que atente en sus negocios contra el medio ambiente, que respalde la explotación infantil…
De esta manera, se aterriza una de las mayores preocupaciones del papa Francisco: tener las cuentas claras “con la diligencia de un padre” para transparentar el Evangelio. Algo que solo es posible en la letra pequeña, que se traduce en pagar el precio justo por pintar las instalaciones de un dicasterio o gestionar en condiciones el alquiler de una oficina. Ahí es donde se testimonia esa credibilidad que se ha minado en los últimos años a golpe de escándalos financieros.