EDITORIAL VIDA NUEVA | Culminó el proceso de aprobación del Camino Neocatecumenal. La ceremonia tuvo lugar en Roma con el mayor esplendor. Benedicto XVI recibía en la Sala Pablo VI a más de siete mil miembros de este movimiento eclesial, nacido en Madrid en los años inmediatamente posteriores al Vaticano II y que en la actualidad cuenta con un numeroso grupo de sacerdotes y laicos repartidos por el mundo. Estructuralmente, está al amparo del Pontificio Consejo para los Laicos y, en todo momento, manifiesta ser más un proceso y un método de evangelización que un movimiento en sí, aunque, en la realidad, funciona como tal. Varios aspectos hay que tener en cuenta. La situación del contexto es importante para entender lo que se celebró durante la reunión del pasado 20 de enero.
En 2008, el Papa aprobó los Estatutos del Camino Neocatecumenal, algo que repetidamente había pedido la Santa Sede durante el pontificado de Juan Pablo II, en orden a estructurar una nueva realidad eclesial que cada vez iba tomando mayor presencia y protagonismo, y que recibió un gran impulso en el último pontificado. Al actual Pontífice correspondía, una vez más, ajustar flecos de su antecesor.
Más tarde, en 2011, se aprobaba el Directorio Catequético, con el visto bueno de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Ahora, tocaba aprobar las celebraciones de cada etapa de su “itinerario de iniciación cristiana”, que venían desarrollándose ad experimentum. Para ello, se ha contado con el visto bueno de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
El Papa, consciente de las críticas que levanta
esta nueva realidad eclesial,
les ha recordado lo que, a juicio de la Iglesia,
no puede perderse y ha de cuidarse con esmero.
En segundo lugar, queda claro que cuanto ha sido aprobado no es un rito especial de la celebración de la Eucaristía, sino de los ritos extrasacramentales que se celebran en el itinerario catequético del Camino. Esos ritos, variados y que siguen ritmos de la Iglesia primitiva, pueden ser realizados ahora con la aprobación pontificia, que les da vigor, universalidad y validez.
En tercer lugar, hay que destacar que, en lo que se refiere a la celebracion de la Eucaristía, sigue vigente la necesidad de seguir el Misal Romano de la Iglesia católica. No ha sido una aprobación de algunos gestos y formas celebrativas propias del Camino durante la Misa, sino una advertencia para que sigan el espíritu y la letra del Misal Romano, independientemente del momento celebrativo después de las primeras Vísperas del Domingo.
El Papa, consciente de las críticas que levanta esta nueva realidad eclesial, les ha recordado lo que, a juicio de la Iglesia, no puede perderse y ha de cuidarse con esmero: la unidad con los obispos de las diócesis en las que trabajan y la progresiva maduración de la fe de cada persona y de la pequeña comunidad que debe favorecer “su incorporación en la vida de la gran comunidad eclesial, que encuentra su forma ordinaria en la celebración litúrgica de la parroquia, en la cual y por la cual actúa el Neocatecumenado”, les dijo el Papa, quien añadió: “Es importante no separarse de la comunidad parroquial, precisamente en la celebración de la Eucaristía, que es el verdadero lugar de la unidad de todo”. Un esfuerzo y un reto que ahora debe madurar aún más en los miembros de esta realidad eclesial.
En el nº 2.786 de Vida Nueva. Del 28 de enero al 3 de febrero de 2012.
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