La Iglesia renunció a ser el principal mecenas de las artes como lo fue siglos atrás. Una asignatura pendiente que se pone de manifiesto especialmente cuando se aborda la cultura audiovisual de masas, hoy generadora de valores a través de contenidos diversos.
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Es más, en no pocas ocasiones, los intentos eclesiales por evangelizar a través del cine y la televisión dan al traste por tratarse de proyectos grandilocuentes con escasa financiación o por empapar los guiones de un tinte pío que, lejos de llegar a un público generalista, genera rechazo y queda reducido a producto de consumo interno.
Para todos los públicos
Más aún, no pocas veces, películas y series escritas, dirigidas y producidas fuera de las sacristías ejercen de faro y alerta de cómo sí se podrían elaborar relatos realmente evangelizadores que permitan conectar con una ciudadanía que desconoce el hecho religioso o, aparentemente, es reticente a él.
Es el caso de ‘Llegaron de noche’, la película de Imanol Uribe que resucita a los mártires de la UCA y que, sin pretenderlo, cautiva al espectador transparentando plano a plano, secuencia a secuencia, a esa Iglesia que se hace una entregando la vida por su pueblo.