El Congreso de los Diputados aprobó el jueves 27 de abril la primera Ley de Vivienda de la democracia. Entre otras cuestiones, la normativa regula y limita la subida de los precios de los alquileres, además de incluir medidas de protección frente a los desahucios. Sin embargo, la oposición considera que, con estas iniciativas, se vulnera el derecho a la propiedad privada y ampara la ocupación ilegal de pisos.
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Desde la Iglesia, Cáritas Española se felicita, dado que se ha implicado en la redacción de algunos puntos clave del texto. Con la actual redacción cargada de enmiendas que ha visto la luz, alerta de que, antes de su aprobación definitiva, cabría esperar mejoras en su desarrollo para que se garantice este derecho a los colectivos más vulnerables, con un parque más amplio de viviendas sociales y de emergencia.
Solo con este tipo de iniciativas concretas se puede velar para que haya un techo para todos con todas las garantías y no perder esa casa en cuanto se sufre un revés. Aunque con estas lagunas, al menos se han puesto los cimientos para poder acceder a un hogar con un mínimo de dignidad. Porque la vivienda, antes que un objeto de consumo, es un derecho.