La Conferencia Episcopal Española veta por primera vez unas prácticas que parecen multiplicarse en los últimos años en determinados retiros y movimientos: las misas de sanación y las sanaciones intergeneracionales. Bienvenidas sean las indicaciones para evitar cualquier tipo de ritual que, revestido de un aparente deseo de salir en auxilio del sufrimiento, busca ofrecer erradas fórmulas mágicas o milagreras.
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Cualquier herida interior requiere, en no pocas ocasiones, no solo un acompañamiento espiritual, sino también psicológico –cuando no psiquiátrico–, que no puede ni debe resolverse bajo ningún concepto a golpe de gurús que se atribuyen el don de la profecía de la curación.
Práctica nociva
Estas propuestas que explotan la emotividad hasta límites insospechados no solo pueden generar un sentimiento de frustración en quienes no ven cumplidas sus expectativas. Resulta igualmente nocivo para las personas que se adentran en un círculo vicioso de purificaciones constantes de quien impone esas manos aparentemente sanadoras, que en realidad esconden una manipulación autoritaria, y quién sabe si también antesala de abusos de poder y de conciencia.