Los religiosos españoles han celebrado una cumbre de superiores generales para poner freno a la lacra de los abusos. Los consagrados no quieren dejar pasar un minuto más sin tomar cartas en el asunto de un problema que mina la credibilidad de la Iglesia. Saben que, a pesar de que el número de casos no es tan abultado como en otras latitudes, su repercusión a pie de calle puede resultar letal. Así, han reafirmado su compromiso para adoptar medidas urgentes que pasan por colaborar con la justicia, acoger y reparar a las víctimas, así como garantizar ambientes seguros.
No son pocas las congregaciones que ya han adoptado diferentes iniciativas y protocolos, como los cursos formativos de vedruna y claretianos, las auditorías de salesianos y Regnum Christi… Pero de nuevo, la intercongregacionalidad se presenta como la mejor herramienta para afrontar un desafío común, con un itinerario compartido que desarrolle las pautas marcadas por Roma, promueva una cultura de la prevención y aplique una política de comunicación proactiva que apueste por la transparencia y destierre todo silencio y reactividad quejumbrosa. En CONFER no hay duda del camino a seguir.