El cardenal Santos Abril y Castelló, comisario pontificio del Instituto del Verbo Encarnado, prosigue su misión de reconducir esta realidad eclesial salpicada por múltiples denuncias en torno a irregularidades estructurales y vivenciales que él mismo define como “ilegales” e “interminables”.
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Tal y como denuncia en una nueva carta dirigida a esta comunidad consagrada, “siguen llegando quejas” de “abuso espiritual”, sobre todo de los formandos. Ante esta situación, ha cesado a todos los confesores internos de la rama femenina, las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará.
Desobediencia
Resulta de especial gravedad el escenario que describe Santos Abril, teniendo en cuenta que esta realidad eclesial contaría con más de 150 presencias en 44 países y cerca de un centenar de diócesis, especialmente en lugares de frontera. A juzgar por lo que relata el purpurado español, no está encontrando la docilidad y capacidad de corrección que se esperaría, mientras continúan su expansión. Aún resulta más preocupante que en aquellas diócesis en las que el Verbo Encarnado está presente se mire para otro lado, sin velar para que se apliquen las medidas adoptadas por la Santa Sede.