La apertura de la Asamblea General de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER) ha visibilizado el trabajo de trastienda que se viene haciendo para normalizar y fortalecer las ‘mutuae relationes’ entre el episcopado y la vida consagrada. Así al menos se deduce de las intervenciones del secretario general de los obispos, César García Magán, del presidente de la comisión del ramo, Luis Ángel de las Heras, y del nuevo acompañante de la CONFER, José María Avendaño.
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Atrás parecen quedar sospechas y tensiones constantes de otros tiempos, aunque en Roma y en Añastro se dé todavía algún desaire injustificado y, a pie de diócesis, se generen ciertas tensiones por algunos báculos que se consideran dueños del cortijo eclesial y cercan cualquier impronta profética.
‘Rostros de luz’
También mitras que aúpan cuestionables modelos de consagración neoconservadores, jactándose del envejecimiento de los demás institutos sin reparar en las lagunas de su presbiterio. Frente a estos flecos, y como ha hecho hasta ahora, la vida religiosa responde tejiendo puentes de comunión desde la riqueza que hilvana la diversidad de los carismas. Y, como apunta el lema de la asamblea, siendo ‘Rostros de luz’.
