El pasado 7 de junio se estrenó ‘Un hombre sin miedo’, un documental que radiografía al padre José María de Llanos, deteniéndose en el proceso de conversión personal y pastoral de un jesuita de referencia para comprender a la Iglesia y a la España del siglo XX. La película analiza su periplo vital, desde su etapa como falangista y confesor del dictador Francisco Franco hasta su desembarco en el madrileño distrito de Vallecas, su particular Tabor, que le llevó a toparse de frente con los desheredados. Este encuentro con el desarraigo propio de los últimos le condujo a replantearse su lugar en el mundo desde la raíz del Evangelio, un reseteo vital y espiritual que le llevaría a militar en el Partido Comunista y Comisiones Obreras. A la par, se erigió en una figura clave para encauzar al país en la Transición democrática.
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En lo cotidiano, su opción preferencial por los pobres le llevó a abanderar un proceso integral de transformación del Pozo del Tío Raimundo, la zona más deprimida de la capital española. Tanto es así que, desde las chabolas, como uno más, se convirtió en el motor de desarrollo de los migrantes que las habitaban, llevando hasta allí lo mismo el agua y el asfalto que las escuelas y el dispensario médico. Todo desde el convencimiento de que ser discípulo de Jesús exige un compromiso que empapa y entrelaza lo religioso, lo social y lo político para defender la dignidad humana.
Su huella es innegable hoy en el barrio, como lo corrobora la fundación que lleva su nombre y que ha encauzado su apuesta por la justicia social en proyectos de formación, inclusión social y laboral, igualdad y lucha contra la violencia de género. Sin embargo, su legado trasciende las fronteras de sus calles hasta convertirse en referente para varias generaciones de sacerdotes, religiosos y laicos que ven en este jesuita un profeta de los vulnerables, que ofrece algo más que pistas para aterrizar, también hoy, la Doctrina Social.
El cura de los invisibles
Más allá de su militancia política, con las contradicciones propias de una personalidad arrolladora y de un hombre con una honda riqueza intelectual y moral, su trayectoria habla de una entrega total y sin ambigüedades por Jesús de Nazaret, sin preocuparse por los juicios paralelos ni mortificaciones gratuitas. Colaborador de ‘Vida Nueva’, estaba convencido de que “el cristianismo hondo y masivo está por estrenar”. Siempre provocador, revisitar a José María de Llanos, ahora a través del cine, genera una sana incomodidad que interpela a quien se deja cuestionar. El testimonio de este cura de los invisibles invita a preguntarse si hoy la Iglesia, si hoy cada cristiano, está amando hasta el extremo al descartado, si está haciendo suya la bienaventuranza de los empobrecidos.