José Antonio Pagola mira hacia dentro, sin abstraerse ni abstenerse de la realidad. Como siempre ha hecho. Un viaje interior en el que da un paso más a través de un proyecto pastoral que busca descubrir, y hacer redescubrir, la esencia de la vida cristiana. Se configura así ‘Jesús, Maestro interior. Lectura orante del Evangelio’ (PPC), un itinerario que busca la renovación personal y comunitaria desde una relación personal con Dios en la espiritualidad de Jesús de Nazaret.
- PLIEGO: Recuperar a Jesús como Maestro interior
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos de la revista en tu email
- OFERTA: Suscríbete antes del 31 de enero
Por eso, el regreso de Pagola no puede reducirse a la mera publicación de unos cuantos volúmenes concebidos como libros o manuales. Lo suyo no casa con la autoayuda, con las píldoras ‘calma conciencia’ o con los ‘grupos estufa’. El sacerdote y teólogo va más allá, porque con su propuesta incomoda, en la medida en que es una llamada al creyente para despojarse de toda armadura clerical y de lo accesorio.
Una invitación a conjugar la acción en la oración para llevar al día a día de cada creyente, de cada comunidad de la Iglesia, desde la pasión que supone para él, tanto en la investigación como en su ministerio, el adentrarse en la figura del Hijo de Dios. La búsqueda y la escucha se convierten en premisas fundamentales para abrirse a la experiencia de Dios a través de un recorrido ordenado de los cuatro evangelios desde una lectura de la actualidad.
Ahí radica el ser y hacer de este profeta que, a lo largo de su trayectoria, se ha encontrado con no pocos escollos por parte de aquellos que buscaron la condena de Roma y se toparon, al final, con un respaldo vaticano a la misión evangelizadora del presbítero vasco, que nunca entró en batallas episcopales ni mediáticas airadas.
Nunca hubo ni posiciones contrarias a la fe, errores doctrinales o afirmaciones heréticas en su aproximación histórica al hijo de Dios, a pesar de que antes y después algunos se hayan empeñado en sembrar la sombra de la duda y enmendar la plana a la Santa Sede. En medio de la tormenta, solo encontraron en él la mansedumbre de un hombre enamorado de Jesús y de la Iglesia, que colaboró en todo el proceso con sugerencias aportadas por él mismo.
Simplemente se limitó a seguir en la senda de la coherencia del Evangelio, con un espíritu de comunión y fidelidad eclesial, acompañando desde un segundo plano a tantos de los llamados ‘grupos de Jesús’ que se han extendido por toda España y América Latina. Sin hacer ruido, ha continuado en su vocación de acompañar a otros para acercarles al misterio de esperanza que encierra Jesucristo y a su propuesta inherente a construir un mundo más humano.
Volver a Jesús. La única obsesión de Pagola. Su único deseo para los hombres y para la Iglesia es mojarse por el Evangelio. Y no hay nada más provocador. Una sana y santa provocación.