Cada vez que los obispos catalanes se pronuncian sobre la realidad social, unos y otros andan al acecho para hacer una interpretación política de sus pronunciamientos individuales y colectivos. Por eso, ya desde hace tiempo, las notas de la Conferencia Episcopal Tarraconense buscan ser una mano tendida al diálogo, consciente de que son pastores de todo el pueblo catalán, y “con respeto a las diversas sensibilidades que se van expresando” dentro de la que denominan “la realidad nacional de Cataluña”.
Este punto de partida no les exime, sin embargo, de alertar sobre la espiral de tensión casi imparable generada por el desafío soberanista. Por este motivo y más allá de este comunicado público, los prelados catalanes sienten que ha de ponerse freno a un “juego que destruye y hace daño” hasta el punto de estar abocados a “un callejón sin salida”, en tanto que “nación no significa independencia”.
Estas reflexiones realizadas a Vida Nueva no hacen sino confirmar su preocupación permanente sobre el daño de determinadas acciones, que van más allá de unas aspiraciones legítimas, rompiendo las reglas del juego constitucional y en menoscabo del bien común, esto es, sobre ese rebaño al que ellos pastorean.