Miles de trabajadores del campo se han echado a las carreteras de toda Europa en estos días para reivindicar unas condiciones laborales más dignas. Los agricultores y ganaderos gritan por su supervivencia frente a las trabas administrativas y las reglas especulativas del libre mercado que están llevándoles a una asfixia agónica.
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La Iglesia no permanece ajena a estas preocupaciones, y así lo demuestran plataformas como el Movimiento Rural Cristiano, además de algunos obispos que han alzado la voz para sumarse a las protestas cívicas, esquivando cualquier tinte ideologizador.
Esfuerzo titánico
Frente a los intereses cruzados de los poderes públicos y del sector privado, una institución no ha abandonado a su suerte a quienes habitan la España vaciada: es la Iglesia, y así lo prueba día a día en la entrega de tantos sacerdotes y laicos que dinamizan, a través de sus comunidades parroquiales, la vida de pueblos y aldeas con un esfuerzo titánico rara vez recompensado. Precisamente por eso, sería deseable que este compromiso real con los hombres y mujeres del campo se correspondiera con una mayor celeridad, valentía y visibilidad que ratifique este respaldo eclesial en medio de la sociedad.
