El 16 de noviembre Pedro Sánchez fue investido presidente del Gobierno con mayoría absoluta en el Congreso, pero también con una fractura abierta en la calle fruto, entre otros motivos, de su negociación de la amnistía al independentismo catalán. Este hecho dispara aún más la ya creciente crispación y polarización, de la que no ha estado exenta la Iglesia, incluidas algunas mitras y báculos que han entrado en el barro mediático.
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Sin embargo, en menos de 24 horas, los cardenales Juan José Omella y José Cobo rebajaron los decibelios eclesiales y se desmarcaron de los discursos ideológicos y moralistas. El arzobispo de Madrid allanó la senda en la víspera de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal alertando de que “los partidismos desgajados no deben encerrar a la Iglesia en etiquetas escoradas”.
Concordia y unidad
Con este prólogo, el presidente de los obispos instó a sus hermanos a ser “astutos como serpientes y sencillos como palomas”. Esto es, un equilibrio sin ingenuidad, como demostró en el recado enviado al presidente Sánchez: “Esfuércese en coser las heridas sociales de sus pactos”. Sabiduría serena frente al frentismo emocional. Concordia y unidad frente al calentamiento global. Y episcopal.