Del 28 de abril al 2 de mayo, se ha celebrado en las afueras de Roma el encuentro internacional ‘Párrocos por el Sínodo’. Francisco compartió en audiencia con ellos una carta extensible a los demás curas del planeta en la que sentencia que “nunca llegaremos a ser Iglesia sinodal misionera, si las comunidades parroquiales no hacen de la participación de todos los bautizados en la única misión de anunciar el Evangelio el rasgo característico de sus vidas”. No se trata de un aviso menor ante la encrucijada eclesial actual.
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A la espera de la segunda vuelta de la asamblea de octubre, la conciencia de que la sinodalidad es el estilo conciliar del nuevo milenio afronta una acogida dispar. Frente a los polos avistados tanto en Estados Unidos como en Alemania, en España se vislumbra cierta pasividad. Ante la nueva consulta solicitada desde el Vaticano, un 21,7% de las diócesis no han respondido. Por otro lado, América Latina parece haber asumido su papel de locomotora, dadas las múltiples iniciativas que se están sucediendo en estos meses, tanto para apuntalar teológicamente la metodología sinodal como para recoger el sentir de las diversas sensibilidades del continente.
Aunque más allá de estas diferencias que hablan de esa Iglesia poliédrica, con unos ritmos que es necesario acompasar evitando acelerones y frenazos excluyentes, la sinodalidad se juega en todas las esferas, pero especialmente a pie de calle.
O lo que es lo mismo, como bien aprecia el Papa, por mucho que se establezcan planes pastorales y hojas de ruta sinodales –ya sea desde el Vaticano, desde las Conferencias Episcopales o desde las diócesis–, se quedarán en las estanterías si no se aterrizan a pie de calle.
A ras de suelo
Así, el proceso se ha de desarrollar en plenitud en la parroquia como célula eclesial básica y con medidas concretas que no se pueden aplazar, como los consejos pastorales y económicos, el desarrollo de nuevos ministerios… Solo desde la conversión personal de cada sacerdote, de cada religioso y de cada laico que participa de la vida de la parroquia, podrá emprenderse una conversión pastoral misionera. La corresponsabilidad desde la vocación y misión a la que uno está llamado se forja en lo pequeño, con un indispensable respaldo transversal de arriba abajo, de izquierda a derecha y viceversa.
De ahí, la relevancia de este encuentro de presbíteros. Tal y como han afirmado los participantes españoles a ‘Vida Nueva’, más allá de las particularidades geográficas de los cerca de 200 curas de 99 países, todos comparten el mismo diagnóstico.
La sinodalidad real, y no de laboratorio, se forja a ras de suelo… y con el imprescindible vuelo rasante del Espíritu Santo.