Editorial

Teología de la liberación: magisterio liberador

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Se cumplen cincuenta años de la publicación del libro Teología de la liberación. Perspectivas, escrito por Gustavo Gutiérrez, una obra que se toma como el punto de partida oficial de algo más que una corriente eclesial que comenzó a forjarse en la II Conferencia del Episcopado Lationoamericano (Medellín, 1968), y que el sacerdote peruano supo plasmar en un texto que hoy es referencia para comprender ese amplio y complejo corpus puramente latinoamericano que vincula el estudio sobre Dios con la realidad doliente.



A lo largo de este medio siglo, los prejuicios y juicios en torno a este pensamiento y praxis pastoral se han multiplicado dentro y fuera de la propia Iglesia. Desde posicionamientos simplistas, hay quienes han buscado demonizarla o canonizarla obviando cualquier matiz intermedio.

Lo cierto es que, en medio de estos dictámenes, entretanto, las propuestas en torno a ella han seguido fluyendo, por lo que, hoy por hoy, sería errado colgarle una única etiqueta, sobre todo con el criterio de que cualquier teología fenece si no se evoluciona atenta a los signos de los tiempos. En algunos casos, ha discurrido por travesías extremas hacia una ideologización sin salida.

Vocación misionera

En otros muchos, se han forjado auténticos caudales de frescura reflexiva que han aterrizado el estudio cristológico para conformar una Iglesia a pie de calle, con unas comunidades comprometidas con los últimos, dando voz a los sin voz, atentas a los signos de los tiempos y capaces de construir el Reino abriéndose paso entre los conflictos, la opresión y la corrupción.

Ahí están cientos de mártires ajusticiados por ser profetas de los pobres, desmarcándose de cualquier discurso partidista y con el Evangelio y la Doctrina Social como únicos puntales en su vocación misionera.

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Entre estas ramas que han puesto en el centro a la persona y que han huido de los experimentos de laboratorio, se encuentra la Teología del pueblo. Desarrollada en Argentina desde un espíritu conciliar, de ella bebió Jorge Mario Bergoglio. Ya como Francisco, ha enriquecido esta vía con un magisterio que aporta conceptos como el pueblo fiel de Dios, la inculturación, las imágenes del poliedro y la pirámide invertida, la fraternidad y la amistad social, la cultura del encuentro, la revolución de la ternura, los binomios todo-parte, realidad-idea, unidad-conflicto, tiempo-espacio…

La opción por los pobres

Toda una espiritualidad asentada en la encarnación de la Palabra y que confluye en una máxima recogida en Evangelii gaudium: “Para la Iglesia, la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica”. En definitiva, una teología católica, en tanto que profundamente universal y, sobre todo, verdaderamente liberadora, como el ser y hacer del Maestro Jesús.

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