El Papa ha hecho pública la exhortación postsinodal Querida Amazonía. En ella, hace un canto en defensa de esta región del planeta frente al neocolonialismo que destruye el medioambiente y condena a quienes lo habitan. El tono literario adoptado, que alterna los gritos contra estos crímenes con los sueños para proteger la Casa común, hace que se presente más como un documento evocador y de sensibilización, que como un plan de acción sistematizado. Ya en el comienzo del texto, Francisco advierte de que es un “marco de reflexión” que no busca reemplazar ni repetir el ‘Documento final’ de este Sínodo.
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- A FONDO: ‘Querida Amazonía’: una carta de amor que no entra en el barro
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Así pues, se da por hecho que la Santa Sede estudiará la viabilidad de iniciativas sinodales tan audaces como necesarias, avaladas en votación de forma abrumadora por los padres sinodales, como el pecado ecológico, un organismo eclesial regional, la red de escuelas, las traducciones bíblicas, el fondo para la deuda climática… El tiempo permitirá constatar si estas propuestas cuentan con el aval y recursos necesarios desde el recién creado Consejo Especial para la Amazonía, en el Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral.
Entre las cuestiones que se incluían en el documento sinodal, se encontraban también la reflexión sobre la ordenación de hombres casados y el empoderamiento eclesial de la mujer. En la exhortación, Francisco aparca estas propuestas y reitera que solo el sacerdote está capacitado para presidir la eucaristía y administrar la confesión. De la misma manera, tumba el acceso de las mujeres al orden sagrado y elude cualquier mención al diaconado femenino.
El cardenal Michael Czerny ha aclarado a Vida Nueva que “estas cuestiones no desaparecen”, de la misma manera que “no se cierra ninguna puerta”. “No es tarea de un Sínodo especial regional resolver tareas de un Sínodo universal”, subraya sobre unos temas de gravedad que no pueden despacharse sin más, sobre todo teniendo en cuenta la actual polarización eclesial que dificulta un discernimiento y diálogo global sereno para discriminar hacia dónde sopla el viento del Espíritu.
El propio Francisco escribe en la exhortación que la solución no pasa por “relativizar los problemas, escapar de ellos o dejar las cosas como están”. En aras de una comunión irrenunciable garante de la catolicidad, el Papa insta a no caer en “soluciones pragmáticas” o en “la dialéctica que limita la visión”, para acoger con valentía y generosidad “ese don inesperado que despierta a una nueva y mayor creatividad”. Una perspectiva que trasciende las demandas de la Amazonía y que insta a soñar, con el alma puesta en Dios y los pies en la tierra, con una Iglesia universal más evangélica, más pobre, más auténtica.