Editorial

Volantazo bienvenido

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La Iglesia ha puesto en manos de un despacho de abogados una auditoría independiente que durante un año radiografiará los abusos sexuales tanto en las diócesis como en las congregaciones religiosas con un análisis del pasado, un estudio del presente y medidas de prevención a futuro.



Además, el bufete se responsabilizará de atender las demandas de las víctimas y valorar la reparación correspondiente, incluidas las indemnizaciones económicas. Además, se facilitará toda la colaboración que soliciten las autoridades públicas, incluida la participación en la comisión multilateral que el Gobierno pone en manos del Defensor del Pueblo para conocer el alcance de esta lacra en el ámbito eclesial.

Este volantazo en la estrategia episcopal para afrontar la crisis de la pederastia de frente rompe con varios años de resistencia interna y pública a pesar de la presión mediática y política y de la invitación de no pocos religiosos y laicos que abogaban desde hace tiempo por contar con una investigación histórica externa y, así, humanizar la atención a las víctimas.

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El listón que ha marcado tanto el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Juan José Omella, como el presidente del bufete Cremades&Calvo-Sotelo, Javier Cremades, es el máximo al que se puede aspirar. Ambos coincidieron en que afrontarán la auditoría y sus resultados “hasta el final” y “sin límites”. En este sentido, les respalda una prometedora metodología que se asentará en lo mejor de los estudios elaborados en Australia, Alemania y Francia. Además, estará respaldada por un equipo de expertos de intachable profesionalidad.

Quedan por delante doce meses de trabajo. Y, si la expectación mediática no tiene parangón, así de beligerante será la opinión pública a la hora de examinar su autonomía y excelencia.

Una gran acogida

Bienvenida sea esta proactividad frente al atrincheramiento reactivo que amenazaba, como ya sucedió en Chile, con minar la línea de flotación de la credibilidad de la Iglesia.

Bienvenida sea la apuesta por la transparencia sin miedo a levantar las alfombras de los depredadores y del encubrimiento.

Bienvendido sea ese cambio de registro que ojalá siente precedente ante otras cuestiones y que deja a un lado el corporativismo y las inercias para mostrarse ante sí misma y ante la sociedad sin maquillaje ni soberbia, como pecadora que no alecciona, sino que hace el voto de enseñar, porque antes lo hizo de aprender.

Bienvenida sea la mutua colaboración con las instituciones públicas para atajar juntos esta lacra social desde la ejemplaridad a futuro. Bienvenida sea esa mano tendida a las víctimas que hará realidad el Evangelio de los vulnerables.

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