El pasado 13 de julio, Donald Trump, presidente de Estados Unidos entre 2017 y 2021 y candidato republicano para volver a la Casa Blanca en las elecciones de noviembre, fue tiroteado mientras ofrecía un discurso en un mitin en Butler, en el estado de Pensilvania. El atacante, Thomas Matthiew Crooks, un joven de 20 años inscrito como votante republicano, disparó ocho tiros antes de ser abatido por la policía. A Trump apenas le rozó en la oreja derecha, pero sí causó una víctima mortal y dos heridos.
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En las últimas horas, ha habido todo tipo de reacciones a nivel mundial, como las de los obispos de Estados Unidos, que, en un comunicado, clamaron contra “la violencia de todo tipo, incluida la violencia política”.
Sufrimiento y muerte
También ha querido pronunciarse la Santa Sede, que, a través de un mensaje, ha transmitido su “preocupación” por este “episodio de violencia”, que “daña a las personas y la democracia, provocando sufrimiento y muerte”.
Tras sumarse “a la oración de los obispos estadounidenses por América, por las víctimas y por la paz en el país”, el Vaticano anhela “que las razones de los violentos nunca prevalezcan”.
“Desafiantes ante el mal”
En un mensaje en la red social Truth, el propio Trump ha asegurado que “fue Dios quien evitó que sucediera algo impensable”, por lo que “no tengo miedo”. “Permaneceremos resilientes a nuestra fe y desafiantes ante el mal”, ha remachado.