Las clarisas de Belorado se atrincheran en el convento y piden a la Guardia Civil que eche a los fieles

Un grupo de fieles, en el convento de Belorado

Sigue el revuelo en torno al convento de las clarisas burgalesas de Belorado tras la publicación de su comunicado en el que advertían de su intención de “abandonar la Iglesia Conciliar” por la “persecución” que sufren y ratifican que “el último Sumo Pontífice válido fue Pío XII”. Un anuncio que implica también a las clarisas de Orduña (Vizcaya). Por ello, los fieles que fueron a la celebración habitual de la misa a las 18:00 h. de este lunes, 13 de mayo, encontraron las puertas cerradas, todo ello en una comunidad religiosa que se define en su página web como “un ambiente de paz”.



Misa a puerta cerrada

Sin previo aviso, pero tras la guerra de comunicados entre la madre abadesa –sor Isabel de la Trinidad- y la archidiócesis de Burgos, las clarisas optaron por cerrar la Iglesia a la docena de fieles que se concentraron a la hora de la oración de la tarde evitando que nadie del pueblo se acercase a la iglesia del convento. Todo ello sin avisar de la suspensión de la liturgia, aunque sí en el patio de acceso al monasterio, con la verja cerrada –aunque sin cerrar con llave o candado–, un cartel recordaba que estaba prohibido el paso y que era propiedad privada y el torno también se advierte que está cerrado temporalmente, según informa Efe. Por su parte, el arzobispo pidió a los fieles a que se abstuvieran de participar en ningún acto litúrgico realizado en el monasterio de Belorado ni en el de Orduña y al capellán que no celebrara la misa en la comunidad.

Esta presencia de gente provocó incluso que las monjas que participaron en Madrid Fusión con un aclamado bombón de mojito o que son una referencia en el trabajo de las trufas, llamaran a la Guardia Civil para denunciar que se había un grupo de personas que había entrado de manera irregular en el recinto privado. Siendo estos realmente los fieles que querían acudir al templo y que comentaban que últimamente se vivía un ambiente enrarecido en el convento, aunque nunca hubieran imaginado que se estaba fraguando un cisma. Por su parte, los vecinos del pueblo están que no se creen la noticia de que este grupo de religiosas abrace ahora las teorías sedevacantistas y entren en guerra con el mismísimo Vaticano. Nada que ver con la “revolución golosa” que han provocado sus dulces en los últimos años.

La “persecución” de la que habla la superiora es el “bloqueo” por parte del Vaticano a la venta de un convento que tienen en propiedad y que está vacío en Derio, en Vizcaya, para poder así hacer frente a la compra del monasterio de Orduña –en el que se habría invertido una buena cantidad de dinero en algunas obras realizadas–, perteneciente a la Diócesis de Vitoria y con la que tenían un acuerdo de compraventa. Tras esto habían establecido una especie de acuerdo temporal con un comprador externo para Orduña, algo que no se aprobó debido a las dudas suscitadas por ese comprador interpuesto.

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