Un libro de Michael Amaladoss (PPC, 2008). La recensión es de Pedro Langa.
Al encuentro de las culturas. Cómo conjugar unidad y pluralidad en las Iglesias
Autor: Michael Amaladoss
Editorial: PPC
Ciudad: Madrid
Páginas: 192
(Pedro Langa) Encuentro es la palabra clave de este libro. Lo adelantan así sus presentadores. Encuentro entre Evangelio y cultura, Iglesias de Oriente y de Occidente, cristianismo y otras religiones. Encuentro de culturas, añado yo con el título sirviéndome de brújula, al que procede salir conjugando unidad y pluralidad. Encuentro, en fin, a buscar con inquietud entre la variopinta selva de culturas y mestizajes, nunca negado uno a la historia ni encerrado en la torre de marfil del propio universo. El anuncio de la Buena Nueva es hoy más desafío que nunca según la tesis del autor, Michael Amaladoss, teólogo indio y jesuita doctor por el Instituto Católico de París. De ahí que estemos ante un anuncio cuyo avance no se verá exento de dificultades de todo género: titubeos, conflictos, avances, retrocesos, vicisitudes a discreción. Los presentadores concluyen afirmando que esta obra “ofrece pistas concretas a todos los que buscan armonía y paz entre los pueblos, las religiones y las Iglesias”.
Cristiano indio
En su intento de ser cristiano indio, plantea el autor en el capítulo primero (Más allá de la inculturación) algunas preguntas sin ofrecer, con todo y con eso, respuestas inmediatas, para no caer en especulaciones ni dar una definición abstracta y a priori de inculturación, por él definida “como el proceso de encuentro entre Evangelio y cultura”, tema que afronta en el capítulo segundo (El encuentro humano-divino) en el más amplio contexto ya del encuentro entre Dios y el hombre, por nuestro autor visto como proceso multi-cultural y multi-religioso a entender desde las personas que responden a la Buena Nueva de forma creativa. Para la perspectiva teológica y eclesiológica de dicho proceso reserva el capítulo tercero (El diálogo entre Evangelio y cultura), donde se enfrenta a la visión que tenemos de la historia de la salvación, “crucial -vierte orteguianamente el traductor, Federico Pastor Ramos– para llegar a una comprensión clara de las implicaciones de la inculturación”.
Los cuatro capítulos siguientes de Al encuentro de las culturas exponen los diferentes lugares en que se lleva a cabo el encuentro entre Evangelio y cultura, para lo cual, y dada la difícil faceta de la cultura, dedica el cuarto (Cultura y sociedad) a la complejidad de este concepto, sobre todo relacionado con los de economía, política, convivencia social y religión. Y el quinto (Construir el Reino) a mostrar “en qué la transformación cultural es un elemento esencial de la transformación social”. Y el sexto (Recrear los ritos) a evocar algunos de los problemas y tensiones con que tropezará todo intento de cambio de rito.
Porque si el Evangelio, de un lado, ha de interpretarse y vivirse en el contexto contemporáneo so pena de arriesgarse a no ser voz profética, de otro, ha de anunciarse mediante una lectura correcta de los signos de los tiempos, comenzando por las cuestiones que la vida contemporánea plantea a su correcta comprensión e interpretación. Lo que el capítulo siete titula Hacer teología en contexto. En el octavo (La religión popular), el autor procura cuidar de las cuestiones relativas a la religión y a la cultura popular.
Y en el noveno (La modernidad y la Buena Nueva), sale al paso de la modernidad, “porque se trata de un nuevo desarrollo que afecta a todas las culturas en todas partes”, porque se ha revelado destructiva para la religión y la cultura, y porque será de gran ayuda para “enfrentarnos de manera más eficaz con los problemas postmodernos”. El capítulo décimo (¿Puede ser uno lo múltiple?), en fin, le proporciona al autor la posibilidad de sugerir que, en un mundo cultural y religiosamente plural, “la comunión y la armonía son mejores paradigmas que la unidad”. Yo me atrevería a sugerir, más bien, que la quintaesencia de la unidad, su más bella y expresiva síntesis, su más deliciosa vivencia se resuelve en comunión y armonía.
El diálogo como respuesta
M. Amaladoss confiesa que ha insistido más en los temas que hay que plantear que en la presentación de respuestas ya hechas. La única conveniente, puntualiza sugerente, sería el diálogo. De ahí su deseo de que este libro sea más una llamada a dicho diálogo que una incitación a la controversia. Por otra parte, el propio Amaladoss declara que los problemas que en este libro plantea vienen de su experiencia india, “pero son pertinentes en todas partes, aun cuando, ciertamente, los detalles contextuales sean diferentes”.
Por último, el autor avanza dos puntos interesantes: uno, que el discurso teológico sobre el encuentro entre Evangelio y cultura, contrariamente a que parezca ignorar a menudo su propia complejidad, la tiene de hecho, y de tal manera evidente que no percibirla sería peligroso, porque una vez comprobada su evidencia, todo acabaría bloqueado; y dos, que el proceso de dicho encuentro no puede planificarse de antemano, ni controlarse desde arriba; hay que dejar que emerja desde abajo, a partir de los problemas de la vida.
El autor apuesta por confiar en los creyentes, con su sensus fidelium, a estar abiertos al futuro en esperanza y a no mirar tanto al pasado en nombre de la tradición. Su frase tiene todos los aromas del axioma: “La fe y la esperanza no se contradicen, pero no dicen lo mismo”. Asistente del que fuera Prepósito General de la Compañía de Jesús, P. Kolvenbach, y consultor del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, Michael Amaladoss, de nacionalidad india, nos regala con este libro denso, breve, transparente, de cristalina claridad, de señalado provecho, de frases para pensar, también a veces interpretar, de textos para entender, también a menudo para conmover, y de doctrina digna de admirar, y desde ciertos aspectos asimismo de secundar.
Se trata de un sencillo y manejable libro que versa en torno a uno de los asuntos hoy más difíciles y preocupantes que ofrece al mundo contemporáneo la tríada cultura, Evangelio y hecho religioso.
En el nº 2.662 de Vida Nueva.