Un libro de Richard Rohr (PPC) La recensión es de Fernando Cordero, SS.CC.
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Título: Caer y levantarse. Una espiritualidad para la segunda mitad de la vida
Autor: Richard Rohr
Editorial: PPC
Ciudad: Madrid, 2015
Páginas: 240
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FERNANDO CORDERO, SS.CC. | Richard Rohr (Kansas, 1943), franciscano desde 1961, pertenece a la Provincia de Nuevo México. Ordenado sacerdote en 1970, funda, un año después, la comunidad Nueva Jerusalén en Cincinnati (Ohio) y, en 1986, el Centro para la Acción y la Contemplación en Albuquerque (Nuevo México), donde ejerce actualmente como director. Vive en una ermita y divide su tiempo entre los trabajos de la comunidad, la predicación y la enseñanza por los cinco continentes. Es autor de varios libros de espiritualidad y colabora habitualmente con diferentes publicaciones.
Una introducción, trece capítulos y una coda nos dan las claves para vivir lo que reza el subtítulo de la obra: Una espiritualidad para la segunda mitad de la vida. Para saber cuáles son las características de la segunda mitad, comienza analizando bien en qué consiste la primera mitad de la misma, donde lo que se trata de encontrar es el punto de partida de la propia travesía vital. Únicamente cuando se ha empezado a vivir en la segunda mitad de la existencia se puede ver la diferencia entre las dos. Sin embargo, ambas partes se acumulan, se siguen y ambas son necesarias.
El autor reconoce que hay dos tareas importantes para el itinerario humano: la primera es construir un fuerte “contenedor” o identidad; la segunda, descubrir los contenidos que han de componer el referido recipiente. El libro quiere ser en realidad una sencilla escuela para el discernimiento y la sabiduría, unos consejos para el camino o programa de asistencia viaria.
La vida está compuesta por muchas caídas y recaídas en medio de nuestro esperanzado crecimiento y realización, cosa que queda subrayada en el título de la obra. Esta tesis emerge de los pensamientos de Juliana de Norwich, una de las más grandes escritoras místicas de la Inglaterra medieval, que sostiene: “Primero es la caída y luego el recobrarse de la caída. Ambas cosas son misericordia de Dios”.
Los últimos, primeros
Entre las muchas citas que se encierran en el texto, merece la pena señalar a Thomas Merton, el monje americano, que advierte que “podemos emplear toda la vida subiendo la escalera del éxito solo para encontrar, cuando llegamos a la cima, que nuestra escalera estaba apoyada en una pared equivocada” (p. 20). Y es que, como sabiamente enseña fray Richard, uno de los mejores secretos guardados del alma es que “la subida es la bajada” o “la bajada es la subida”.
Como nos cuesta bajar, reconocer la propia imperfección, necesitamos una revelación divina que Jesús convierte en un axioma central: los últimos, de hecho, tienen ventaja sobre los que se creen primeros, porque el ego humano antepone cualquier cosa a caer, cambiar o morir. Es la llamada “espiritualidad de la imperfección, “camino de la herida” o, en expresión de Teresa de Lisieux, “pequeño camino”. Francisco de Asís lo denominará “camino de la pobreza”.
En el viaje de la segunda mitad de la vida, que mucha gente ni siquiera sabe que existe, está programado algún tipo de caída; el sufrimiento es necesario y, por decirlo de algún modo, inevitable. Es parte del esquema de pérdida y renovación presente en las leyendas y la literatura y, sin duda, también en el cristianismo con la muerte y resurrección de Jesucristo.
Me parece muy sugerente la interpretación que recrea de la historia de Odiseo/Ulises, un mito clásico con el que resume de manera original puntos clave para la comprensión de esta segunda mitad de la vida, protagonista de estas páginas. Destaco el capítulo titulado ‘El sentido trágico de la vida’ que se hace eco del filósofo Miguel de Unamuno, quien nos muestra que la vida no es, ni lo ha sido nunca, una línea recta hacia adelante. Es pérdida y renovación, caos y sanación.
Todos los que estamos en esta segunda mitad de la vida nos sentiremos alentados con la lectura de este maestro espiritual de nuestro tiempo. Un período donde se aprende a notar la diferencia entre quien uno realmente es y cómo los otros lo pueden reflejar o no. Una parte de la existencia en la que la gente posee menos poder para embobar a otro, pero también mucho menos poder para controlar o herir.
En ninguna agencia de viajes nos pueden ofertar un viaje tan atractivo. Solo lo lograremos descubrir en nuestra interioridad, auténtica pista cartográfica garantizada. Bien lo dice Rohr: “Ningún papa, cita bíblica, técnica psicológica, fórmula religiosa, libro o gurú puede hacer el viaje en tu lugar”. Este volumen, desde luego, nos informa de la oferta tan maravillosa que puede pasarnos desapercibida si nos instalamos en una existencia narcisista y poco amante de la Cruz.
En el nº 2.991 de Vida Nueva