Una obra de Antonio Bellido Almeida (Basílica de Santa Eulalia de Mérida, 2011). La recensión es de J. Fandiño.
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Como ofrenda de la tarde
Autor: Antonio Bellido Almeida
Editorial: Basílica de Santa Eulalia de Mérida
Ciudad: Mérida
Páginas: 152
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J. FANDIÑO | En una época en la que el hombre cree poderlo todo, incluso negar a Dios, libros como el del sacerdote Antonio Bellido Almeida ponen el acento en las limitaciones humanas, desde la pobreza existencial innata a todos. El mejor momento para darse cuenta es el otoño de la vida, cuando pasan los años y nos hacemos más dependientes. También en la enfermedad, el sufrimiento…
Son las limitaciones a las que alude el autor, para presentarlas como ofrenda a Dios. Se encuentra así el sentido a las cosas que desearíamos borrar de la existencia y por las que muchas veces clamamos al Creador. “¿A dónde me llevas, Señor?”, se pregunta. Y escuchamos el silencio de Dios, sobre el que también reflexiona aquí.
Bellido escribe y ora sobre las grandes preguntas de la humanidad, cuyo tiempo propicio es la soledad y el atardecer: el miedo, el llanto, la aceptación, la persecución, la noche, el escándalo, la alegría, la santidad, la vocación, la misión…
La propuesta del texto traspasa la frontera de la mera reflexión, alcanza la oración, e incluso es una invitación al diálogo filosófico, con gran incidencia de la experiencia. Porque, como cuenta su autor, son reflexiones que han nacido de la estancia en una clínica y que se plasmaron en el silencio y el frescor de una casa de espiritualidad en medio de la naturaleza.
En el nº 2.772 de Vida Nueva.