Un libro de Ricardo Blázquez (Sal Terrae, 2013). La recensión es de Eloy Bueno de la Fuente
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Título: Del Vaticano II a la nueva evangelización
Autor: Ricardo Blázquez
Editorial: Sal Terrae, 2013
Ciudad: Santander
Páginas: 280
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ELOY BUENO DE LA FUENTE | El libro recoge diversas intervenciones del autor a lo largo de sus veinticinco años de ministerio episcopal. Dicha efeméride ha sido la ocasión para la publicación de esta colección de textos, elaborados en circunstancias diversas y con géneros literarios variados. Dada la personalidad de Ricardo Blázquez, podríamos considerar la presente obra como un ejemplo de teología narrativa, en cuanto pretende una lectura teológica de acontecimientos eclesiales, de proyectos pastorales o de prácticas de la vida cristiana en las que el actual arzobispo de Valladolid se siente cordialmente implicado.
Se trata del testimonio claro y transparente de un itinerario de servicio eclesial que se va desarrollando Del Vaticano II a la nueva evangelización (la nueva evangelización tiene su punto de partida y su fundamento en el Vaticano II, dice en la pág. 77). No se pretende un análisis de los dinamismos que van conduciendo a la Iglesia desde la experiencia del último Concilio hasta la convocatoria de una nueva evangelización. Ofrece el compromiso vivo de un protagonista en el devenir de la Iglesia y en la difícil toma de conciencia de las nuevas necesidades en las cambiantes circunstancias de la historia.
Los temas son de carácter variado, pero en un horizonte claramente expresado. Se presenta el significado del Vaticano II para la Iglesia en la actualidad, de la Iglesia como Misterio y Pueblo de Dios, de la nueva evangelización en el pensamiento de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, de los trabajos del Sínodo de los Obispos de 2012, de las motivaciones de la convocatoria del Año de la fe…
Otros textos abordan asuntos más concretos, como la Eucaristía, la dimensión evangelizadora del amor cristiano, el matrimonio cristiano a la luz del amor de Dios… Cuatro están dedicados a reivindicar el valor y la hondura de iniciativas pastorales de cada una de las diócesis en las que ha ejercido su ministerio episcopal (Santiago de Compostela, Palencia, Bilbao y Valladolid).
En sus reflexiones como pastor, Blázquez prolonga lo que había sido hilo conductor de su trabajo anterior como teólogo: contribuir a la recepción de la doctrina conciliar en el entramado de la vida eclesial, siempre desde un equilibrio que evite tensiones o alternativas excluyentes. “Yo, personalmente, me he visto siempre, y con gratitud a Dios, dentro del horizonte conciliar; obviamente, recorriendo las diversas fases de su recepción posterior”; afirma con convicción que “el Concilio ha sido un don inmenso de Dios a la Iglesia”, dentro de una “hermenéutica de reforma en continuidad”, que permite asumir los cambios e innovaciones, desde algunas reformas aprobadas ad experimentum hasta la creciente consolidación y serenidad; los cambios en último término no alteran al sujeto que es la Iglesia (págs. 25-27).
Desde estos presupuestos, se presentan y se defienden los rasgos que han caracterizado la imagen de la Iglesia querida por el Concilio: experiencia comunitaria de la fe, diálogo y salida benevolente al encuentro del mundo, servicio a los pobres, conciencia misionera cada vez más profundizada y desarrollada… Todo ello requiere una permanente conversión pastoral.
La renovación y la preocupación pastoral no deben conducir, como a veces se pretende para desacreditar al Concilio, a oponer la dimensión pastoral y la doctrinal o magisterial. La actualización debe realizarse desde la raíz de la Iglesia, desde la fuente de su existencia: el misterio de Dios. Fuera del horizonte de Dios, la misión de la Iglesia quedaría desvirtuada. Precisamente, esa referencia teológica y teologal es la que hace a la Iglesia comunión para la misión (el hogar al que el autor invita a sus lectores).
En el nº 2.873 de Vida Nueva.