Un libro de Josep Mª Rovira (Secretariado Trinitario, 2008). La recensión es de Ángel Cordovilla.
Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo
Autor: Josep Mª Rovira Belloso
Edita: Secretariado Trinitario
Ciudad: Salamanca
Páginas: 280
(Ángel Cordovilla) Con el libro Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo Josep Mª Rovira Belloso nos ofrece el testimonio agradecido de una vida entregada al ministerio de la teología en la Iglesia y en la sociedad. Su teología ha buscado siempre dos direcciones: una hacia el Misterio santo e incomprensible que es Dios, invitándonos a conducir siempre más allá a los pobres conceptos con los que los hombres nos atreveremos a hablar de Dios y a decir “Padre”; y otra hacia la historia de los hombres, invitándonos a relacionarlos más acá con la originaria experiencia cristiana que se sitúa en diálogo con todo hombre que busca la Verdad, el Bien, el Amor.
Todo autor, en el fondo, escribe a lo largo de su vida un único libro, aunque lo haga de diversas formas. Éste constituye el testimonio de una vida tratando de comprender mejor el misterio de Dios Padre revelado en su Hijo y donado en su Espíritu. El primer intento fue su Revelación de Dios, salvación del hombre (1978). El segundo, el Tratado de Dios Uno y Trino (1998). A la luz de estos dos libros diferentes con un único tema, hemos de comprender el libro que comentamos. Éste representa una síntesis personal prolongando la línea fundamental del primero, centrado en la historia de la salvación como lugar de la revelación de Dios y de la salvación del hombre, y del segundo, un tratado en toda regla sobre Dios uno y trino.
Pero aquí no encontrará el lector ni un manual ni un libro de divulgación sobre Dios. En él se mezclan el lenguaje sapiencial, centrado en la narración del contenido central de la Escritura; el lenguaje académico, que se expresa en las formulaciones dogmáticas sobre el misterio de Dios; el lenguaje pastoral, atento a los hombres concretos en sus preocupaciones cotidianas; el lenguaje filosófico, en diálogo con los hombres que están abiertos a escuchar las voces que desde la ladera de la fe le llegan a la razón. Éste es “un libro de lectura teológica para la formación de los cristianos que leen libros”.
El libro se divide en cuatro partes. La primera, “Fe y razón ante Dios”, estudia los lugares de acceso al misterio de Dios. Aquí se presenta la relación recíproca e inmanente fe-razón, a la luz de la encíclica de Juan Pablo II (Fides et ratio) y del magisterio de Benedicto XVI (Discurso de Ratisbona). El autor apuesta por una razón simbólica que tenga en cuenta, por un lado, que “todo el mundo es un símbolo” (Goethe) y que la razón tiene un poder simbólico y referencial para levantarse desde el mundo hasta la realidad última que llamamos Dios. Puesta esta base, se explicitan cuatro espacios universales que todo hombre puede habitar y recorrer para el acceso a Dios: ético, estético, interrelacional e interior. Seguidamente, se ofrecen dos itinerarios de acceso de la inteligencia humana al misterio de Dios: la vía de la contingencia y la del amor. Ambas contempladas desde una perspectiva clásica y moderna. La vía de la contingencia desde la experiencia mística de Juan de la Cruz y su propuesta teológica en Subida al Monte Carmelo y Cántico espiritual en perspectiva clásica, y la teología de la experiencia de E. Schillebeeckx en su versión moderna. La vía del amor desde la experiencia mística de Ignacio de Loyola expresada en su contemplación para alcanzar amor, y su actualización en un teólogo de fuerte raigambre ignaciana como Von Balthasar, para quien, al ser coextensivos el ser y el amor, la via contingentiae y la via amoris en el fondo confluyen.
Revelación en la historia
La segunda parte está centrada en el Antiguo Testamento (AT), desde donde se expone la revelación de Dios en la historia, centrada en el Éxodo; el adecuado conocimiento de Dios que exigen los profetas y la experiencia de su presencia que se trasluce a través de los Salmos. El Dios del AT no es un Dios distinto del que se revela en Jesús de Nazaret. Ni es el Dios uno frente al Dios trinitario (contra la teología clásica), ni sólo el Padre (contra Rahner). El Dios del AT es aquel que se revela en la historia junto con su Palabra y Espíritu; aquel que se deja conocer por el hombre que vive en el amor y la justicia; y quien hace sentir su presencia en cercanía e intimidad.
La tercera parte está dedicada a tres temas centrales en la cuestión de Dios: la analogía como forma para hablar de Dios, donde se explicita el lenguaje dogmático que la Iglesia ha ido elaborando en los Concilios; el problema del mal, afrontado desde los diversos modos como el autor ha ido comprendiendo este tema en su propio itinerario personal y teológico; y, finalmente, la cuestión de la providencia, que el autor comprende de forma original como el peso del amor de Dios en su creación.
La cuarta y última parte está dedicada al Nuevo Testamento (NT), desde donde se afrontan explícitamente los temas clásicos de la teología trinitaria. El autor asume el punto de partida de la mayoría de los teólogos en la actualidad: la historia concreta de Jesús de Nazaret según es narrada y testimoniada en el NT. Sus palabras y acciones nos dicen cómo y quién es Dios, mostrándonos de forma definitiva y única que Dios es amor. La teología trinitaria no es más que una explicitación de esta afirmación que condensa la doctrina del NT. Una explicitación de esta afirmación bíblica es la expresión dogmática más compleja de que hay un solo Dios en tres personas distintas. Desde esta lógica del amor, es presentada la persona del Padre como fuente de la unidad y de la distinción de las personas divinas (situándose de esta forma en el debate abierto por Pannenberg y Greshake en la actualidad); la persona del Hijo como persona engendrada por el Padre, quien en su humanidad es expresión plena de Dios, abismo insondable del hombre y de Dios; y del Espíritu, gloria que une al Padre y al Hijo haciéndolos resplandecer en la verdad de su ser y comunicándolos en amor a las criaturas.
Éste es un libro intuitivo y sugerente en muchos aspectos, especialmente en la primera parte; a veces poco sistemático, mezclando diferentes registros y lenguajes que, en mi opinión, pueden entorpecer un poco el desarrollo y la explicación del contenido expuesto; pero ante él, escrito con “la necesidad de agradecer”, no podemos más que devolver este agradecimiento a su autor por haber dedicado su vida a la bella tarea de la teología.
En el nº 2.661 de Vida Nueva.