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El cardenal Sancha y la unidad de los católicos españoles


Estos dos volúmenes de Carlos M. García Nieto (Fundación Universitaria Española-Instituto Teológico San Ildefonso, 2009) son recensionados por Rafael Mª Sanz de Diego, sj.

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El cardenal Sancha y la unidad de los católicos españoles

Autor: Carlos M. García Nieto

Editan: Fundación Universitaria Española-Instituto Teológico San Ildefonso

Ciudad: Madrid-Toledo

Dos vols.: LXXXIX + 914 pp. y 896 pp.


(Rafael Mª Sanz de Diego, sj) El 18 de octubre, un siglo tras su muerte, será beatificado el cardenal Ciriaco María Sancha, auxiliar de Toledo (residiendo en Madrid), y titular de Ávila, Madrid, Valencia y Toledo. Nació en 1833, cuando murió Fernando VII y comenzó la Regencia de Mª Cristina de Nápoles. Fue obispo desde 1876, iniciado el reinado de Alfonso XII, y murió en 1909, año de la Semana Trágica. Vivió como obispo la primera parte de la Restauración.

Fue figura destacada de la Iglesia española y carecíamos de una biografía que recogiese lo mucho que hizo por la Iglesia y el Estado, especial, aunque no únicamente, respecto al problema más grave de la Iglesia española de estos años: la división entre integristas, carlistas y dinásticos. Gregorio XVI y Pío IX habían condenado sin matices el liberalismo. Por eso los integristas querían que el católico que siguiese la enseñanza papal íntegra (de ahí el nombre) debía oponerse al régimen liberal. León XIII adoptó una política posibilista de aceptación del régimen español. Sancha impulsó estas directrices papales en España. Éste es el objeto de la tesis, aunque estudia también la actuación episcopal del protagonista: fundación de institutos religiosos, atención a seminarios y clero, visitas pastorales…

Lo primero que llama la atención de esta obra es su minuciosidad –además del protagonista, se adentra también en otros personajes que se relacionaron con él, avanzando sobre estudios anteriores, y en el ambiente político que vivió: es excelente su retrato de la Restauración– y el rigor con que procede: lo prueban las fuentes variadas, especialmente archivísticas, las numerosísimas notas y todo el volumen II, compuesto por documentos en buena parte inéditos.

Aunque defiende la postura de Sancha, es equilibrado en sus juicios y no oculta sus debilidades y cansancios y las lacras de la Iglesia española, jerarquía incluida, y de algunos políticos. El cardenal fue hombre de Iglesia, con amplia cultura y apertura al extranjero. Y hombre de Dios: por eso es beatificado. Estos tomos, muy bien presentados, acompañados por índices y grabados y prologados por Luis Suárez y el cardenal Cañizares, son un digno pedestal para el nuevo beato, ya no desconocido. Y nos adentran con precisión en una época densa.

En el nº 2.679 de Vida Nueva.

Actualizado
16/10/2009 | 07:32
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