Este libro de José Fernández-Paniagua (Narcea, 2009) es recensionado por José María Avendaño.
El lenguaje del amor. Lecturas sobre el amor de Dios
Autor: José Fernández-Paniagua
Editorial: Narcea
Ciudad: Madrid
Páginas: 128
(José María Avendaño Perea) La planicie manchega posibilita la existencia con horizontes. Hoy necesita nuestro mundo, los hombres y mujeres del s. XXI, testigos que hayan experimentado y “padecido” la presencia y el seguimiento de Jesucristo crucificado y resucitado.
Narcea nos regala esta obra del sacerdote manchego José Fernández-Paniagua. Ocupado en sus trabajos pastorales en la diócesis de Ciudad Real y llevando el bálsamo de la compasión a los enfermos como capellán del hospital de Alcázar de San Juan, quiere que experimentemos y recuperemos cada día el hecho de sabernos amados por Dios: “Es el camino más apropiado para conseguir un mundo de hermanos, de hijos queridos… desde el amor del Padre reflejado, vivido y trasmitido en el Hijo”.
Nos dice el autor que el amor de Dios está ahí “para saborearlo, para agradecerlo, para vivirlo, para decirlo, para testimoniarlo”. Considera que son muchos los escritos sobre el Cantar de los Cantares, Oseas y el Apocalipsis, pero él pretende acercarse a ellos porque el amor de Dios es una realidad “no sólo constante, sino fundante y fundamental para nuestra vida de cristianos y de creyentes en la Iglesia…”.
El libro se compone de tres grandes ejes diamantinos. El primero se articula en torno a la Historia de un amor (Cantar de los Cantares); el segundo gira alrededor del amor de Dios a su pueblo (Oseas); y el tercero se centra en “quien tenga oídos, oiga” (Cartas a las Iglesias). Cuenta el libro con la frescura de una oración poética al final de cada apartado que, en el caso de las Cartas a las Iglesias, nos aporta una hermosa luz en la Iglesia hoy.
Monseñor Antonio Algora ha preparado un entrañable y pastoral prólogo, que nos conduce a la lectura orante de la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia: “Es un libro de lectura espiritual que ayuda a dejarnos ‘besar’ por Dios y a levantarnos a una mayor exigencia de perfección, que prepara para la acción eclesial y apostólica de quien se siente impelido a comunicar lo vivido en la comunidad, pues es para la persona el mayor bien, la perla preciosa, el tesoro recibido gratuitamente”.
La obra de Fernández-Paniagua es recomendable para todo el año, pero quizás el tiempo de verano es propicio para disfrutar con su lectura, sencilla y encarnada. Un libro que nos aproxima y familiariza con la Palabra y, a través de su escucha, nos encamina hacia el compromiso con misericordia. “Necesitamos, Padre, el colirio de la verdad, que es saber trasmitir tu Evangelio a toda criatura y lugar para que los hombres lleguen a tu encuentro”. Gracias.
En el nº 2.672 de Vida Nueva.
