EL LIBRO DEL MES: 'El Pentateuco: un filón inagotable'

Una obra de Jean-Louis Ska, publicada por Verbo Divino

El Pentateuco, filón inagotable, libro de Verbo Divino

PEDRO BARRADO | Hablar del Pentateuco, más en concreto de su composición e interpretación, resulta, en efecto, una tarea interminable. Máxime cuando, después del progresivo declive de la hipótesis documentaria, especialmente a partir de los años 70 u 80 del siglo pasado, a día de hoy aún no disponemos de una hipótesis que explique cabal e indiscutiblemente su proceso de formación. En esta obra, Jean-Louis Ska –profesor en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma– aborda una serie de cuestiones diversas que tienen al Pentateuco como referente último.

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La variedad de los contenidos se debe a que se trata de una recopilación de estudios que vieron la luz originalmente en revistas u obras de diferente tipo y nivel. Aunque en todos ellos el lector encontrará un denominador común: un tono divulgativo que, partiendo de los enormes conocimientos de quien es un verdadero experto, sabe contar las cosas con una sensación de aparente facilidad, de modo que el libro resulta adecuado prácticamente para cualquier persona.

Además de la divulgación, otra característica de la obra es la “sinceridad” y el compromiso de la exégesis de los que hace gala su autor. Con “sinceridad” me refiero al hecho de que las propuestas interpretativas que se ofrecen le deben mucho al conocimiento y reconocimiento de las circunstancias sociales, culturales y literarias de los textos bíblicos. A partir de ese reconocimiento, el profesor Ska –con sabiduría, talento y sensibilidad– ha sabido sacar buen partido a los textos, de modo que puedan seguir siendo valiosos guías para los creyentes actuales.

Veamos un par de ejemplos. Cuando se aborda el sentido teológico del endurecimiento del corazón del faraón en el relato de las plagas de Egipto, Ska afirma: “Me parece que se requiere recolocar este tema en su contexto cultural, es decir, en el de un mundo teocéntrico y no antropocéntrico, como el nuestro. El problema principal del relato de las plagas de Egipto no es el de la libertad y la responsabilidad del faraón, sino más bien el de la fuerza del Dios de Israel” (p. 146).

A continuación, cuando se ocupa de la última plaga, la muerte de los primogénitos, nuestro autor insiste: “Aquí, de nuevo, necesitamos afrontar el problema a partir de su contexto cultural y literario. Desde el punto de vista cultural, es evidente que el texto bíblico no trata en modo alguno de integrar el punto de vista egipcio. Es parcial y unilateral” (p. 147).

Obviamente, no podemos considerar aquí con detalle el rico contenido de la obra, pero sí aludir someramente a los diferentes ámbitos temáticos en que se mueve. Varios capítulos se ocupan del Génesis. Muy interesante, a mi modo de ver, es el cap. 2, en el que Ska ofrece una interesante variante moderna de la hipótesis de los complementos (Gn 2 sería una relectura complementaria del relato sacerdotal de Gn 1, elaborada por aquellos judaítas que no fueron al exilio, el “pueblo de la tierra”).

También hay que destacar el cap. 4, de corte más social, que aborda el tema de la dignidad humana (imagen de Dios). Asimismo, los libros del Éxodo y el Deuteronomio (y su principal protagonista, Moisés) también son objeto de atención del autor (caps. 6-10).

Mención aparte merecen dos capítulos: el primero, donde se proponen cinco claves de lectura del Antiguo Testamento (podrían resumirse en la expresión balthasariana de que “la verdad es sinfónica” y de que hay que estar atentos a los contextos: histórico, literario y teológico), y el undécimo, en el que se ofrece una razonada crítica a la hipótesis de la “autorización imperial persa” como factor determinante para la composición del Pentateuco.