EL LIBRO DEL MES: 'La responsabilidad ética en el ministerio sacerdotal'

Una obra de Roberto Noriega, en Desclée De Brouwer

La responsabilidad ética en el ministerio sacerdotal (Roberto Noriega), Desclée De Brouwer

JOSÉ IGNACIO CALLEJA | La responsabilidad ética en el ministerio sacerdotal es un libro que me llamó la atención como noticia antes de que me llegara para su recensión. Su temática me pareció sorprendente; el autor, digno de confianza; la colección donde se inscribe, de reconocida calidad; y la duda de qué tratamiento recibiría, algo que me rondaba la cabeza. La obra no es habitual en el ámbito de la literatura teológica latina, sino más bien en ambientes anglosajones y, sobre todo, en la reflexión del protestantismo (p. 16).

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Su título inquietará a los profesores –cómo reconocer que la formación moral de los sacerdotes es todavía demasiado escolar– y a los propios sacerdotes y consagrados –cómo convencerlos de que la moral aprendida mira primero a su sacerdocio, dándole al arte de servir verdadera eticicidad–. Sin duda, el acento del título y su logro está en avanzar y pasar de la teología moral, aprendida para decirla a otros, a la moral de las actitudes éticas cuidadas en el ministerio sacerdotal (ética aplicada) y a la deontología profesional, en que finalmente se verifica un ejercicio solvente de esa “profesión”.

Evidentemente, sin negar las peculiaridades del compromiso moral del presbítero (y religioso), en razón de las motivaciones teológicas y vocacionales que caracterizan su vida y, por ende, la intelección de sus derechos y deberes en ella; pero –concluye Roberto Noriega– ni la autorregulación individual es una respuesta moral adecuada ni el aprendizaje de las experiencias éticas habidas en las profesiones civiles, despreciable.

Con tal objetivo, estas páginas van a dar cuenta del título en tres niveles. El primero, el más clásico, atiende al fundamento bíblico, teológico y patrístico-agustiniano de lo que es el ministerio presbiteral y, bajo ese horizonte, las grandes actitudes ónticas y éticas que lo configuran.

Código de conducta

Los otros dos niveles –recién dichos– derivan de este último y confieren al estudio toda su novedad. Para completar la vida ética del ministro cuando celebra, enseña, acompaña, ayuda, gobierna y convive, es posible servirse de la ética aplicada y de la deontología profesional. Por la ética aplicada, la teología del sacerdocio se aplica a la propia vida del sacerdote, explicitando las “actitudes que configuran la esencia del presbiterado” y confrontándolo con ellas (p. 14); por la deontología profesional, la misma teología impele “a una serie de exigencias que devienen de dicha configuración” y son aplicadas “a los diversos campos de la acción ministerial” (p. 14), hasta poder cobrar quizá la forma de un código de conducta para supuestos tales como la gestión del poder, la administración de los bienes y la atención a los más pobres, la responsabilidad en el ámbito afectivo-sexual, el campo de la predicación y el acompañamiento personal, la celebración de los sacramentos y la visita a los enfermos, etc.

El libro está bien escrito, es claro en sus divisiones y motivos, y mantiene una lógica clara, con apartados muy del gusto de la academia; unido esto a una bibliografía bien seleccionada en cada capítulo y al final de la obra, más una encuadernación de calidad y un tipo de letra agradable, dan al conjunto una sensación muy buena. Vale como manual en la materia y sirve al lector común que se atreva con esta aproximación deontológica al sacerdocio ministerial. Le aseguro que nada pierde haciéndolo.

Habrá momentos en que se sienta interpelado hondamente por el modo improvisado con que quizá resolvemos estos retos pastorales; y otros –al menos es mi experiencia personal– en que se vea incómodo ante una teología del sacerdocio ordenado y de su caridad pastoral demasiado “consabida” en lo doctrinal y lo profesional. Pero este es otro debate que el lector o lectora deberá plantearse.