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El maestro, artesano en la cibercultura


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CIBERCULTURA Y PRÁCTICAS DE LOS PROFESORES 

Diego Fernando Barragán.

Ediciones Unisalle

Bogotá. 2013

151 pp.

Este libro recopila reflexiones sobre diversos temas y problemas de la educación y la pedagogía en tiempos de incertidumbre, pero también de posibilidades y esperanzas. El recorrido incluye categorías seminales de este campo como la práctica pedagógica, el quehacer docente, el saber pedagógico y el saber práctico. Asimismo, introduce debates de actualidad en torno a la cibercultura y sus relaciones con la educación. Cada tema está frecuentemente acompañado por dos registros reflexivos de gran lucidez: el artesano y la hermenéutica.

El trabajo se compone de una introducción y nueve capítulos. Los tres primeros hacen un recorrido sobre la práctica, los cuales presentan como punto de partida la figura del profesor. Aquí se recuperan debates fundamentales que entrelazan filosofía y pedagogía, entre ellos la práctica del artesano, el lugar de la vocación y la esperanza en la práctica así como el saber práctico del profesor. El capítulo cuatro es un enlace en el que se introduce el tema del futuro, el cual advierte la llegada de nuevos referentes existenciales, sociales y culturales (epocales) que están afectando e incomodando los procesos educativos.

Los capítulos restantes se sumergen con habilidad en el fenómeno de la cibercultura (apoyado permanentemente en la obra de Pierre Lévy), abordando problemáticas generalmente asociadas con la educación y la práctica del profesor, entre ellas la construcción de nuevas identidades, el lugar del humanismo en este contexto y la posibilidad de pensar en nuevas prácticas pedagógicas a propósito de sus irrupciones técnicas, socio-culturales, estéticas y cognitivas.

La figura del artesano, a partir de la relectura de Richard Sennett, está presente en la mayoría de capítulos. Analizando la educación contemporánea, la sociedad no solo requiere maestros que hagan su trabajo de manera eficiente, sino que sean capaces de reflexionar sobre lo que hacen. Parafraseando a Sennett, se trata de mantener viva la relación entre manos y mente.

Por su parte, la hermenéutica, particularmente aquello que el autor denomina filosofía hermenéutica, se constituye en otro registro que acompaña permanentemente sus reflexiones y argumentaciones. Basado en referentes de gran pertinencia que van de la filosofía a la pedagogía, el autor analiza el lugar de la hermenéutica en la práctica del profesor, problematizando asuntos como la producción del sentido, la relación entre significado y acción, así como la configuración de identidades y subjetividades. Uno de los aspectos más importantes de este registro es el desarrollo de una propuesta llamada pedagogía hermenéutica.

Los atributos del trabajo no solo están relacionados con su estructura y la calidad de su contenido, sino también con su forma. El tratamiento de cada uno de los temas y la incorporación progresiva de conceptos complejos, se empiezan a volver más familiares para el lector al recorrer cada página y cada capítulo.

No solo se evidencia la escritura de un investigador o de un académico que se preocupa por ciertos temas y que los ha interpretado. Se trata, quizás, del texto de un maestro que se preocupa por narrar de manera detallada y paciente cada término y expresión, pues sostiene un equilibrio constante entre el rigor conceptual, las extrapolaciones al mundo de la escuela (en sentido amplio) y su propio punto de vista. Como lo señala el prólogo de Jaime Rodríguez, el trabajo de Diego Barragán es el de un artesano que comparte sus creaciones y reflexiones.

A partir del análisis sobre las tensiones entre educación y cultura, el autor cierra su obra examinando las relaciones entre cibercultura, didáctica y artesano. Recuperando sus propios planteamientos sobre pedagogía hermenéutica, invita a repensar los elementos que configuran la pedagogía (currículo, didáctica, evaluación). Más allá de la sofisticación técnica que trae consigo la cibercultura, subyacen nuevos desafíos para el maestro, quien en adelante ha de ser capaz de articular su práctica con lo nuevo, pero especialmente con el sentido de la formación y el reto de la transformación del mundo con sus estudiantes.

JUAN CARLOS AMADOR

El maestro, artesano en la cibercultura
Actualizado
15/12/2013 | 00:00
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