Un libro de Kees Waaijman (Ediciones Sígueme, 2011). La recensión es de Antonio Mª Calero.
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Espiritualidad. Formas, fundamentos y métodos
Autor: Kees Waaijman
Editorial: Ediciones Sígueme
Ciudad: Salamanca
Páginas: 1.024
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ANTONIO Mª CALERO | Podría parecer que, en una sociedad calificada de postcristiana como la europea, la espiritualidad es algo no solo pasado de moda, sino que no entra siquiera en el horizonte mental del hombre contemporáneo, sobre todo de la juventud. Y, sin embargo, la experiencia de cada día dice que, en medio del agobio del tener y de los desorbitados afanes de la vida, se siente la imperiosa necesidad de una verdadera y profunda religiosidad.
La espiritualidad interesa hoy no solo en el nivel existencial de la experiencia religiosa (cualesquiera que sean su origen, métodos y formas); también en el plano de la reflexión sistemática ofrece un verdadero interés.
Precisamente en el marco de esta inquietud se inserta la presente obra. Se trata de un robusto volumen (1.024 páginas) sobre Formas, fundamentos y métodos de la Espiritualidad, escrito por K. Waaijman, carmelita de la Antigua Observancia, profesor de espiritualidad en la universidad católica de Nimega, y director del Instituto Tito Brandsman. Aunque de reciente aparición en España, la edición holandesa es de 2003.
Constatado el interés por la espiritualidad, el autor advierte que “el presente estudio pertenece a la categoría de herramienta para la investigación. Se trata, por tanto, de una introducción al estudio de la espiritualidad” (p. 13).
Desde el punto de vista formal, la obra se estructura en tres grandes partes, correspondientes a los tres aspectos enunciados en el subtítulo: formas, fundamentos y métodos.
Al hablar en la primera parte de las formas de la espiritualidad, sorprende de forma grata que comience precisamente por la espiritualidad laical, seguida de las escuelas de espiritualidad y de los ‘Movimientos contestatarios’, entre los que incluye la espiritualidad de los mártires.
La segunda parte viene titulada con razón “Estudio Fundamental”. Efectivamente, se presenta como el núcleo de la obra misma. En ella se estudia la espiritualidad entendida a la luz de su praxis, la espiritualidad vista a la luz de su ciencia, la transformación divino-humana, el discernimiento como proyecto para un método, para concluir con un plan para la disciplina de la espiritualidad.
En la tercera y última parte, se aborda la cuestión de los métodos de estudio de la espiritualidad. Un estudio que hace el autor dando cuatro pasos: el estudio descriptivo, el estudio hermenéutico, el estudio sistemático y el estudio mistagógico. El volumen se ve enriquecido con cuatro índices que pueden resultar de particular ayuda: de abreviaturas, onomástico, de materias y general.
Puntos de interés
Presentada la obra en sus aspectos formales, merece la pena poner de relieve algunos puntos de particular interés.
1. Ante todo, es importante subrayar la intención del autor cuando confiesa que “esta obra se sitúa, tanto en su conjunto como en cada una de sus partes, en la tensión existente entre la vivencia espiritual y el estudio de la espiritualidad” (p. 18). Constata que existen diversas tradiciones espirituales, pero que todas ellas tienen un denominador común: “Afectan a lo más íntimo de nuestra existencia humana, esto es, a nuestra relación con el Absoluto” (p. 11).
2. El horizonte no es el específicamente cristiano, sino el amplísimo de las diferentes tradiciones espirituales, incluida –naturalmente– la tradición bíblica. Al desarrollarse la obra en una clave formalmente fenomenológica (constatación de hechos y experiencias espirituales), entiende la espiritualidad en su acepción más amplia y universal: el proceso relacional del hombre con Dios, como proceso de transformación divino-humana. De hecho, presenta la espiritualidad budista, hindú, taoísta, islámica, negra, oriental, judía, litúrgica, monástica, profética, utópica, de la liberación latinoamericana, feminista, homosexual, de los mártires, del desierto, del éxodo, del futuro, del Holocausto, del matrimonio, de la ecología, etc.
3. Constatado el interés por la espiritualidad entendida como experiencia espiritual, el autor confiesa que el presente estudio tiene como trasfondo el análisis general del tema realizado por el World Spirituality: una extensa obra de veiticinco volúmenes en la que se estudia la espiritualidad de forma interdisciplinar.
4. Dado el horizonte en que sitúa el autor la espiritualidad, no es extraño que no presente con particular relieve la importancia decisiva que, para la espiritualidad cristiana, tiene el hecho de la Encarnación del Verbo. Esta obra no pone suficientemente de relieve este acontecimiento, que constituye, al mismo tiempo, el fundamento y la cumbre de la relación existencial del hombre con el Absoluto.
5. En las numerosas notas bibliográficas se echan de menos autores de reconocida autoridad en el campo de la espiritualidad. De hecho, la bibliografía se ciñe a autores holandeses, ingleses, alemanes y franceses. Horizonte importante, pero incompleto.
6. Dentro del amplio espectro que afronta el autor, la sensación localista es inevitable. Basta ver el espacio que dedica a un fenómeno de notable extensión en el ámbito del cristianismo: la religiosidad popular. Se ignora por completo el Magisterio de Pablo VI y de Juan Pablo II al respecto, quedándose en el nivel del Dictionnaire de Spiritualité del más que lejano 1957. No es extraño que se refiera a ella como una “reserva de actitudes pasivas, conservadoras, antiintelectuales, gobernadas por los sentimientos, pragmáticas y de fondo pagano” (p. 256).
7. Digamos, finalmente, que, sin ser formalmente un diccionario de espiritualidad, se puede afirmar que responde a esa categoría, ya que permite encontrar, gracias a un adecuado recurso al amplísimo índice de materias, lo que un diccionario ofrece en sus diversas entradas.
En el nº 2.783 de Vida Nueva.