Un libro de Marciano Vidal (Perpetuo Socorro, 2011). La recensión es de José Ramón Amor Pan.
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Historia de la Teología Moral (III). Moral y espiritualidad en la cristiandad medieval (ss. VIII-XIV)
Autor: Marciano Vidal
Editorial: Perpetuo Socorro, 2011
Ciudad: Madrid
Páginas: 1.016
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JOSÉ RAMÓN AMOR PAN | Nos felicitábamos en mayo último por la aparición de esta monumental Historia de la Teología Moral, del profesor Marciano Vidal. Ve ahora la luz el segundo de los tomos en ser publicados (tercero de la colección, porque, como ya dijimos, el primer volumen –dedicado a explorar las raíces bíblicas y el contexto grecorromano– será el último en ser publicado).
Y nos alegra profundamente: tan importante proyecto sigue su curso, gracias a Dios, pese a las turbulencias económicas y culturales (las ventas de libros religiosos no viven su mejor momento). Tan arriesgada apuesta por parte de la editorial de los redentoristas españoles, que no han dudado en ofrecernos este producto de tan alta calidad y tan necesario, exige un compromiso de idéntica magnitud por nuestra parte: estamos ante una obra que no puede faltar en nuestras bibliotecas comunitarias y en las personales de quienes nos dedicamos a este ámbito del saber teológico y filosófico.
Este tomo es importante de manera particular, porque tradicionalmente se había ofrecido de la Edad Media una visión sesgada y negativa que, como señala Vidal en la presentación, la nueva hermenéutica ha obligado a reconsiderar. En este sentido, el autor puede estar satisfecho, por cuanto la lectura de su obra consigue provocar en el lector la transformación mental deseada.
Y es importante, además, porque estamos ante un período decisivo en la construcción del discurso moral católico: buena parte de los conceptos, normas y principios por los que nos regimos los católicos (muchos de los cuales impregnan la cultura occidental, pese a quien pese) tienen ahí su origen.
El libro se organiza en una introducción, cinco secciones y una conclusión general. Nos ofrece la claridad en la expresión y en la organización a la que su autor nos tiene acostumbrados. Este puede estar tranquilo: el producto resplandece con las cualidades trascendentales del ser, como era su intención; es decir, es verdadero, es bueno y es también bello.
En el “debe”, porque siempre cabe mejorar y quedan aún por aparecer cuatro tomos, tan solo dos pequeñas anotaciones: por una parte, se nos quedan cortos los capítulos dedicados a presentar las éticas judía e islámica y los “otros” cristianismos; y lo mismo cabe decir de la conclusión general, excesivamente sintética para quien esto escribe (y aun así, tremendamente valiosa). Ánimo, pues, con los tomos que restan por aparecer.
En el nº 2.794 de Vida Nueva.