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Jesucristo falta a clase


Un libro de José Luis Corzo (PPC, 2008). La recensión es de Vida Nueva.

Jesucristo Falta A Clase

 

Jesucristo falta a clase. Notas de teología de la educación

Autor: José Luis Corzo

Editorial: PPC

Ciudad: Madrid

Páginas: 170 

 

(Vida Nueva) Anterior a las polémicas sentencias judiciales contra el crucifijo en el aula, este libro -su título- no pretende reivindicar la propiedad cristiana de la figura de Jesús, sino su carácter universal dentro del patrimonio occidental y, en concreto, español. Por ello, el autor -escolapio, pedagogo, teólogo y profesor del Instituto Superior de Pastoral en Madrid- propone una nueva orientación a la clase de religión: que sea útil para todos, católicos o no. La convivencia de una sociedad cada vez más plural lo reclama, pero, sobre todo, resulta necesario para poder comprender nuestras raíces, nuestras historias, nuestras obras de arte y literatura. Un posible servicio de la Iglesia española al que dedica la tercera y última parte de su obra. 

Los otros dos capítulos, ya no para todos sino para específicamente cristianos, se sitúan en el marco de la teología de la educación: hacen dialogar a la fe con la pedagogía. Un encuentro del que nacen nuevas propuestas: la escuela actual, en manos del Estado, no puede tener un carácter ideológico; la escuela obligatoria ha de ser el lugar común de todos. La escuela pública de José de Calasanz nació precisamente para eso, recuerda José Luis Corzo, para una igualdad real de oportunidades y para que el saber deje de ser un arma más de lucha social. 

Y también por eso Jesucristo falta a clase, porque hay más de 100 millones de niños sin escolarizar en el mundo y, en España, el fracaso escolar real se acerca al 40%, que sin duda toca más a los pobres. El papel de los cristianos en la escuela, por tanto, está bien claro: dar de pensar a los ricos y dar de saber -más aún que de comer y de beber- a los pobres. 

Apuesta fundamental

Aunque la apuesta fundamental de estas páginas, la más teológica, es ayudar a entender mejor el porqué y el cómo de la relación educación-fe. Frente al peligro de asimilar dicha fe con las diversas ideologías y exigir el derecho de los padres a inculcarla en sus hijos, el autor reivindica una fe cristiana que implica la acogida personal del Dios que se manifiesta en medio de nuestra vida, y no al margen. Y del estudio de esa vida y de la realidad entera que la envuelve se encarga justamente la escuela. De lo cual se deduce también que la pastoral juvenil no debería alejarse nunca de la escuela -advierte Corzo-, sino ahondar más desde las propias aulas en la realidad humana en su conjunto, porque en ella es donde Cristo se hace presente y en la que resuena el interpelador reclamo del “conmigo lo hicisteis”.

En el nº 2.650 de Vida Nueva.

Actualizado
27/02/2009 | 11:01
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