Libros

Juan Pablo II leído con ojos de mujer


Juan Pablo II

Leído con ojos de mujer

Isabel Corpas de Posada

Editorial  Bonaventuriana

Bogotá, 2007

273 páginas

Este es un libro en que la teóloga camina sin zozobras ni temblores por el terreno minado de un tema polémico: la ordenación sacerdotal de las mujeres.

Como lo reconoce el teólogo jesuita Alberto Parra, la base del libro es la exégesis textual de los escritos de Juan Pablo II, la exploración de sus contextos, de las fuentes que utilizó el Papa y la valoración de sus referencias alrededor de temas como este que, reducido a los términos más elementales queda en esta pregunta: ¿por qué Juan Pablo II descarta la posibilidad del sacerdocio para las mujeres?

Reconoce que hace esa lectura de documentos,  “marcada por mi condición de mujer, en un mundo en el que la mujer ha guardado silencio, y de laica en una Iglesia en el que también los laicos han estado callados”.

Los “ojos de mujer” en Isabel Corpas no son los de una feminista, son los de una teóloga que, además, es una mujer de fe, condiciones que le permiten la libertad de quien cree y el rigor del investigador académico.

La lectura y análisis de la encíclica sobre el trabajo, de 1981, le deja en conclusión que el Papa se opone al trabajo de la mujer, que destaca y defiende a “la madre que se dedica exclusivamente a la familia”.

Este modelo no coincide, anota, con el que había trazado el Sínodo de 1980: esposos que comparten responsabilidades y tareas en el hogar y en su profesión. El trabajo de la mujer, en la visión de Juan XXIII era “un signo de los tiempos”. en Juan Pablo II lo propio de la mujer es la maternidad. Así se estructura que el marido es la cabeza porque es el de la plata, concluye crudamente Isabel.

Sin embargo, distinto del criterio de Juan Pablo II es el de los obispos de América Latina en Puebla: “la desigualdad de la pareja es contraria al plan de Dios”.

Hay, pues, una visión masculina en el Papa y en sus documentos Mulieris dignitatem y Redemptoris Mater. ¿Es verdad que las mujeres se realizan únicamente en la maternidad?, pregunta la teóloga antes de examinar el trajinado lugar común que la obliga a observar: “nunca he oído decir que los hombres se realizan en los hijos”. Además, concluye: “al no realizarse la mujer por ella misma sino en los hijos, estos pasan a ser instrumentos que ella utiliza”.

Las preguntas se multiplican. Cuando la teóloga estudia el papel de la mujer en la Iglesia, acude al evangelio para verificar la exactitud de las palabras de Pablo VI y de Juan Pablo II quienes afirmaron que las mujeres no fueron llamadas al apostolado; y encuentra numerosas mujeres llamadas en el evangelio: Jesús les dirige la palabra y las acepta entre sus discípulos, algo imposible en el entorno judío; en Betania habla largamente con Marta y María; también habla largo con una samaritana al pie de un pozo, se dirige a ellas en la vía dolorosa, y fueron ellas las primeras en ver al resucitado.

Fue una actitud que se prolongó  con los primeros cristianos, como aplicación de la doctrina proclamada por san Pablo: “en el bautismo, revestidos de Cristo ya no hay judío ni griego, esclavo o libre, hombre o mujer, porque todos ustedes son uno solo”.

Así, con igual rigor y libertad, examina uno a uno los argumentos con que tradicionalmente se ha excluído en la Iglesia a la mujer, y encuentra esas razones atravesadas por “una cultura patriarcal que ha condicionado sus prácticas y doctrinas”. En efecto, los judíos bendecían a Dios “que no me ha hecho mujer”, y según Flavio Josefo, “la mujer, dice la Ley, es inferior al hombre en todo”. “La Iglesia, agrega Isabel, no podía permanecer ajena al modelo social”. “Yo me pregunto si la ausencia de las mujeres en la organización eclesial es sabiduría del Señor del universo o simple condicionamiento histórico y cultural”.

Al cabo de las 264 páginas uno se pregunta: ¿qué pasaría si los asuntos de la Iglesia y de la doctrina fueron vistos, no exclusivamente con una mirada masculina, sino con ojos de mujer? VNC

Actualizado
26/02/2011 | 00:00
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